20 de Abril del 2024

Tengo doctorado, hago investigación… y estoy desempleado

Por Martín Ochoa / /

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Quiero compartirles algo: la semana pasada estuve en el XXVII congreso internacional de materiales que se realizó en Cancún, la investigación que presenté lleva como objetivo mostrar resultados relacionados con la influencia que tienen las condiciones climatológicas sobre la eficiencia de la generación de la energía fotovoltaica en la ciudad de Puebla. Para tratar de resumirlo este resultado permitió categorizar el comportamiento del clima sobre los paneles solares y establecer cuál puede ser la producción máxima de energía eléctrica de acuerdo con la estación del año en la que nos encontremos.

Para ir al congreso la universidad me proporcionó todos los recursos económicos así como los permisos necesarios para que no fuera afectado tanto por recursos humanos ni por mi adscripción académica. Fue una experiencia muy enriquecedora que además me permitió establecer círculos de investigación con otras universidades que realizan estudios similares, además, como consecuencia de este ejercicio, mi unidad académica puede demostrar que realiza investigación y eso siempre es favorable cuando se realizan auditorías de certificación de organismos como lo pueden ser el FIMPES.

Sin embargo cuando regreso este lunes me encuentro con la noticia de que toda mi carga laboral ya no me fue asignada, en pocas palabras, la universidad que me pagó el viaje al congreso internacional (que créanme no fue barato), que además hizo todos los trámites para proteger mi puesto de trabajo, esta universidad, ya decidió que no necesita más de mis servicios.

Imaginen el estado de shock en el que me encontré para ese momento: haciendo un análisis retrospectivo me parece incongruente por decirlo menos. Veamos si están de acuerdo y para ello quiero compartirles parte de mis logros profesionales: he sido gerente de calidad en la industria automotriz por más de diez años, tengo una maestría y una especialización realizada en el extranjero (oh Japón no sabes cómo te extraño en momentos como este), cuento con un doctorado en educación, he realizado proyectos de investigación sin inversión privada desde hace más de 5 años con publicaciones constantes en diversos congresos de prestigio, siendo además que estas son en distintas ramas de la ciencia: probabilidad y estadística, ciencias de materiales, análisis de casos y educación.

Y sin embargo hoy 29 de agosto lamento compartirles que estoy desempleado, de un plumazo la universidad me quitó mis horas, el sustento económico quincenal de mi familia y también un poco de orgullo universitario. ¿Las causas de mi no continuidad? (que no despido puesto que hay que evitar demandas), un absurdo del que no pienso explicar porque no quiero aburrirlos, sólo quiero puntualizar que sobre las razones esgrimidas nunca me dieron oportunidad de defenderme y mucho menos de aclarar cualquier mal entendimiento.

Como docente universitario que le ha dedicado muchas horas al discurso del profesional en ingeniería o en educación. En este repito de manera constante a mis alumnos que el futuro se forja en la práctica de los saberes, de las competencias adquiridas, de las habilidades sociales que desarrollen y demás. Sin embargo ahora me quedo con la pregunta ¿cuál es la parte de todo este discurso que no me ha asegurado tranquilidad laboral?, ¿Cómo explicarle a mi familia que la vida es injusta a mis 48 años?.

Si, es injusto, porque aunque no haré desde esta columna una acusación hacia las malas prácticas que se realizan en las universidades públicas, a mí me queda claro que: mientras en mi caso nunca tuve un retardo, si tengo presente a una maestra quien sólo llegaba a firmar y se iba escudándose en veinte mil pretextos, que mientras en mi planeación docente ejecutaba métodos activos para que mis alumnos desarrollaran competencias, otros maestros se limitaban a dictar, que mientras en conjunto con un buen amigo investigador desarrollábamos un producto de investigación, una maestra de tiempo completo abandonaba sus clases para ir a los mítines de Tony Gali.

Pues les confieso que me sentí muy mal, hable con mi psicóloga y ella me reconfortó diciéndome que no me mate tratando de encontrar en dónde estoy yo mal, que esta situación es la que vive en médico en el IMSS, el ingeniero en PEMEX o el contador en el SAT. Que de manera infortunada, la manera en la que se ha llevado la administración en general de las instituciones públicas –llámese de educación, salud o energía-, ha sido predominantemente política y donde el éxito está muy por encima de la capacidad profesional comprobada, ya sea académica en mi caso, o competencial en los demás.

¿Qué esto significa que el sistema no reconoce lo que a priori debería reconocer? Pues si, así es y al menos en el futuro cercano estas son las reglas del juego, lamento informarles mis queridos lectores que pesa mucho más el ser amigo del gobernador que un investigador. Claro está que no faltará quien señale mi ingenuidad y máxime reconociendo el país en donde vivimos (esa frase dicha por un conocido mirrey: “estamos en México buey” retumba en mí mientras escribo estas líneas).

Sin embargo me aferro a la esperanza de que en algún momento, las reglas deberán ajustarse a una realidad no sólo distinta sino también mucho más cercana a la acciones que este país necesita; mañana (el 31 de agosto) se realizará la consulta para formalizar un nuevo acuerdo nacional para la educación, ¿tendrá esa consulta contemplada la necesidad de proteger la investigación por encima de la grilla?, ¿podrá este ejercicio poner los pies en la tierra en quienes toman las decisiones de los modelos educativos para eliminar los modelos competenciales en los niños de primaria?, ¿será acaso este encuentro un auténtico foro para escuchar las distintas voces y definir un nuevo modelo educativo apoyado en las necesidades reales (y no las inventadas por el FMI) de nuestro país?. Así lo espero, mientras tanto si saben en dónde me pueden dar trabajo por favor comenten.

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