25 de Abril del 2024

Me frustra lo motivacional

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

En estos temas de la felicidad o de ser positivo hay muchas cosas que me parecen realmente contradictorias o probablemente, muy arriesgadas de decir y claro, de creer.

Durante estos dos años me he involucrado un poco más de lo esperado en aquellos temas que tienen que ver con el autoestima, la meditación, la resiliencia y en términos concretos, en la idea de felicidad y el ser positivos no matter what. Más allá de la meditación que practicaba y de las terapias a las que acudí, me di cuenta de que hay muchos contenidos en todos los medios posibles que realmente distan mucho de la realidad y más llegan a ser cuentos no sólo difíciles de creer sino que en la práctica pueden desencadenar numerosas frustraciones y heridas. Alguna vez escuché decir a alguien la frase “soy arrogante porque me siento feliz conmigo mismo y no puedo ser menos que eso” y me di cuenta que él, como muchos otros, piensan esas cosas con un vacío infinito en su interior y las dicen con la finalidad de convencer y atraer ciertas ganancias que favorezcan su forma de vida. Lo que me parece más inconcebible es que muchos de estos personajes que dictan la forma de vivir una vida correcta, feliz, libre de embates y con una muy engañosa suerte de vida positiva, tanto en videos como en escritos y en sus conferencias, regañan al lector/espectador manifestándose como grandes iluminados dispuestos a hacer ver, a punta de gritos y de ejemplos extraños y extravagantes, que uno puede alcanzar lo que ellos dictan y comandan y que esa es y será la clave de la vida.

La cuestión motivacional es un factor demasiado complejo ya que la vida en sí misma, tiene su complejidad, aunque muchos digan lo contrario.

El mensaje motivacional va más allá, creo yo, de colocar postulados lógicos o de frases que convengan certidumbres. Sabemos que para ser felices debemos hacer lo que nos guste, por ejemplo, pero ¿qué pasa con aquellos que no tienen los medios para realizar eso que añoran? El cliché motivacional o los mensajeros stand uperos de este tipo dirán que uno mismo es su propio límite y que si quieres alcanzar la meta, nada te detendrá, ¿puede ser cierto?

Viví mis terapias con multidisciplinariedad. No únicamente me senté a decirle a mi psicóloga los problemas que llevaba cargando durante años y limpiándome las lágrimas. Mi psicóloga me dio ciertas actividades para sortear y observar mis episodios depresivos desde la expresión artística, por ejemplo, o el aceptar mi niñez fracturada desde la meditación y el ejercicio o de proteger mi autoestima con el juego. Aparte de que incluyó cierta literatura que distaba mucho de aquellos contenidos inmediatos motivacionales.

En una ocasión vi un video de un motivador muy de moda y me sentí en una especie de misa posmoderna new age versión chococrispis. Las frases son las mismas como cuando iba a misa: “tú eres culpable por tus decisiones” o “estás jodido porque quieres”. Recordé mi muy añeja y breve apuesta a la religión donde me decían que era culpable por todo y bienaventurados los pobres. Frases como “ya despierta y vive” son como ya muy lógicas. ¡Claro que deseo despertar y vivir pero cómo si desde niño me jodieron la existencia y tengo que convivir con eso toda la vida!. Y así, muchos nos encontramos en esa desesperación en la que cualquier mensaje motivacional puede resultar en un salvavidas de plástico que funciona hasta que se poncha con piquetes amargos de realidad.
Hace poco intenté ver un video de otro motivador que está muy de moda y no aguanté dos minutos ya que me pareció curiosamente dañino su postulado. Prácticamente en esos dos minutos no sólo no me motivó, me sentí todo menos feliz y positivo. Probablemente un mensaje motivacional llegue de quien careció de toda motivación para seguir adelante y algo sucedió en su vida que le hizo cambiar de opinión.

Tengo como únicos libros motivacionales de cabecera y que me han ayudado demasiado el libro Instrumental y el otro, Fugas, de James Rhodes. Sé que mucho hablo de él pero, cómo no hablar de él. Él ha trascendido el dolor a magnitudes inesperadas, incluso para él. Ahora no únicamente platica sus experiencias (no con el afán de erigirse como influencer de la felicidad) sino que ahora es uno de los máximos intérpretes de música clásica y es capaz de decir cosas como: “Ni me importa ser una persona torpe, desastrosa, imperfecta y un poco rara. Porque todo ha merecido la pena, únicamente por la posibilidad de vivir este momento, de respirar esta brisa marina, de escuchar en mi cabeza y en mi corazón la música inmortal de Beethoven y saber que mañana le voy a dar forma a través de mis manos, que voy a prepararla para lanzarla al mundo exterior, para todo aquel que quiera conocerla. Decido en este mismo instante dedicársela en silencio al niño de seis años que fui, el que tuvo que tragarse (literalmente) tanto dolor y enfrentarse al infierno que supuso mi infancia tóxica para poder estar donde me encuentro ahora: preparado, emocionadísimo, y espero que con la capacidad de hacerle justicia a aquello que me sostuvo durante tantos años”.

Creo que no es tan fácil ser feliz, creo que tampoco es tan fácil encontrar paz y conducirse de manera tan lógica como si nada sucediera alrededor. Tampoco creo que por sentirme un tanto infeliz implique que sea un irresponsable, un imbécil (como alguna vez me dijeron) o un idiota con la vida. Vivimos algunos harto fracturados de mente y alma que salir adelante (en términos coaching frutilupis) resulta una odisea sumamente Homérica. No es que sea una actitud mediocre (como también la designan) es que creo yo que uno habla desde el escalón en el que está y vemos tantas diferencias que a muchos nos deslumbran y a otros nos abisman y ¿no es eso también la vida?

Ojalá y todo fuera tan simple y que con pensar ¡hoy quiero ser feliz! Todo de repente se transformara.

Mi psicóloga en las últimas sesiones me dijo que buscaba tanto la felicidad que veía en otros que vivía constantemente deprimido porque siempre me daba cuenta de que esa felicidad no me pertenecía. Y entonces ¿cuál me pertenece? Y me dijo que la felicidad en sí mismo era una especie de concepto que implica demasiadas cosas pero que excluye la más importante: la vida. No lo entendí hasta que aprendí a convivir con mis demonios, con mis miedos, con mis sentimientos bajos o altos, con mi mente que no deja de estar quieta. Y recordé el título de un libro de García Márquez, “Vivir para contarla” y creo que esa podrá ser la mejor frase motivacional, por lo menos hasta ahora.

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