16 de Abril del 2024

Lo ordinario es extraordinario

Por Rolando Ochoa Cáceres / /
Lo ordinario es extraordinario
Foto: Especial

panza identifi

Solemos esperar siempre algo extraordinario para ser agradecidos, como si el suceso del milagro nos significara demasiado como para darnos la oportunidad de agradecer. Y creo yo que se concibe así desde el momento en que veneramos aquello que está afuera de todo nuestro poder, de nuestras aptitudes, es decir, el mecanismo de la expectativa, lo que podría ser la gran espera de aquello que anhelamos con todas nuestras fuerzas para decirle al mundo que en realidad la vida vale la pena.

Sin embargo apenas me voy enterando de que esto no es del todo cierto. Se nos ha conducido siempre por admirar aquello imposible y relegar lo ordinario, lo diario.

Hay muchas frases que denotan esta consideración. Una dice que nosotros somos quienes nos hacemos cargo de convertir nuestro día ordinario en algo extraordinario y ahí es donde me pregunto: ¿qué es eso extraordinario?

Me di a la tarea en estos días de buscar una respuesta y muchas reflexiones coinciden con actitudes y voluntades más comunes: respeta, sé tolerante, ama lo que haces, busca a Dios, busca a tu familia, perdona y la más importante, sé agradecido.

No estoy en desacuerdo al leer o escuchar eso de que merecemos todo lo que nosotros deseamos y sin embargo, a veces nos sentimos miserables por no obtener algo que deseamos con todas nuestras fuerzas. Culpamos a la vida, a Dios, al destino, a todo el mundo y a todas las energías porque eso “que deseo” no se cumplió, no se ha cumplido o de plano, no es para uno.

Vuelvo al tema. Cuando entendamos que de lo común, que de lo ordinario hay motivos suficientes para sentirse agradecido, probablemente nuestra perspectiva de vida cambie y sí, quizá en ese momento podamos sentirnos sumamente extraordinarios.

Solemos admirar, recelar y/o envidiar esas otras vidas que nos parecen asombrosas. Decimos frases (aunque sea mentalmente) como “si yo tuviera esa oportunidad”, “si yo viviera así”, “si yo tuviera esa familia”, “con esos recursos seguramente yo…”, “si tuviera ese cuerpo”, “si tuviera esa calidad de vida” y así denostamos nuestra existencia. ¿Por qué nos hacemos este tipo de daño?

En esos momentos no solamente nos injuriamos a nosotros mismos sino que también a todo aquello que ha sucedido por nosotros. Y ¿por qué no nos damos la oportunidad de disfrutarlo, de agradecerlo, siendo lo que somos, como somos?

De igual manera, en esa búsqueda, las religiones y la filosofía comparten el hecho de que, ser agradecidos nos encamina sí a la felicidad y también, a la paz. En el texto publicado por El País, titulado “Ser agradecidos nos hace más felices” escrito por Raimón Samsó, se dice, por ejemplo que “Las personas más felices sienten gratitud por todo y por nada en especial. No necesitan razones concretas (aunque si se ponen a buscarlas, la lista de motivos es inacabable). Viven instaladas en reconocer lo bueno que tienen por el simple hecho de estar vivas, al margen de lo que les sucede. No necesitan razones de peso para estar agradecidas porque haber recibido la vida ya les es suficiente.”

El estar agradecidos por el simple hecho de haber recibido la vida sí nos lleva a pensar estas líneas desde una óptica religiosa en más, filosófica también pero, ¿no también de eso se trata la vida, de percibirla como un regalo, como una oportunidad para admirarla, apreciarla, amarla y disfrutarla?

Raimón Samsó, en el mismo texto, explica que “Uno de los hábitos comunes de las personas felices es el de empezar el día dando gracias por pequeñas cosas para generar una actitud dichosa para el resto de la jornada. Basta con celebrar pequeños detalles de la vida, pero no por ello menos valiosos. Hacer una lista mental de razones que merecen ser aplaudidas ayuda a sentirse reconciliado con las que nos hacen más difícil la existencia. En realidad, no importa el objeto, sino la emoción que provoca en nosotros.”

¿Cuáles son esas pequeñas cosas para generar una actitud dichosa? Aquí volvemos al tema de lo ordinario y lo extraordinario.

Comienzo a creer que vivir, el estar aquí, ya es un suceso por sí mismo extraordinario y cada día ocurren cantidades infinitas de milagros a nuestros ojos, en nuestro día a día.

Hace poco un colibrí hizo su nido en una rama de un arbolito que tengo en la casa. El hecho de que un ave tan infinita haya decidido dar vida en mi hogar me provoca demasiada felicidad. Durante este tiempo no solamente he visto las formas en las que se conducen esas pequeñas aves sino también, su comportamiento en la naturaleza, nunca contra la naturaleza. Aun con lluvias, con granizo y con fuertes vientos, la madre, muy en su tema, se mecía sin preocupación alguna en aquella rama dando calor y protección a esa continuidad del milagro. Ahora, un pequeño colibrí asoma en ese nido, se le pueden ver sus pequeñas plumas y creo yo, está próximo a partir en su eternidad. Insisto, en la naturaleza, nunca contra la naturaleza.

Cosas como estas me hacen pensar que nosotros que tenemos el privilegio de estar aquí, también tenemos el privilegio de compartir y sobretodo, tenemos mucho que agradecer.

En Facebook, encontré una imagen que se me hizo muy buena (Sueño latinoamericano) y Se titula “Diez señales de que te está yendo bien en la vida” y las diez son las siguientes: Tienes un techo sobre tu cabeza, comió hoy, tienes un buen corazón, deseas el bien para los demás, tienes agua limpia, alguien cuida por usted, te esfuerzas para ser mejor, tienes ropa limpia, tienes un sueño, estás respirando. Esto, que es para muchos algo muy ordinario es, en realidad, una señal maravillosa de que la vida va bien y sin embargo, muchos le agregaríamos otras señales como: mis hijos están con bien, estoy sano, mi familia me ama, mis mascotas me reciben con alegría al llegar a casa, amo y soy amado, etcétera.

Culmino, sin más, con otro fragmento del texto de Raimón Samsó el cual me parece fascinante y muy necesario: “Para finalizar, hay una palabra que siempre es bien recibida por todos, y es: “Gracias”. Todas nuestras comunicaciones con otras personas deberían terminar con ella. Tampoco estaría de más escribir cada día una breve nota de agradecimiento por cualquier vía (e-mail, sms, WhatsApp…) a las personas que hayan aparecido en nuestra vida por el motivo que sea. Un simple y corto mensaje de gratitud a quien haya influido en nuestro pasado o en el presente. Nada más que dos líneas, sin que tenga especial relevancia el papel que haya desempeñado. Con toda certeza, esta actitud hará que las cosas empiecen a cambiar”.

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