19 de Abril del 2024

Iniciando el año con nuevos bríos

Por Yonadab Cabrera / /

Chingen al guapo

Ya no sé si es una bendición o maldición iniciar el año con esas cosas raras que siempre me pasan, sobre todo porque la mitad de mis propósitos, es decir, seis uvas las dediqué a cambiar mi personalidad, dejar de ser distraído, ser más mamón, serio y evitar a toda costa decir ocurrencias, hacer tonterías o incurrir en actos chistosos y absurdos.

Los primeros dos días de enero de 2018 fueron una bendición e imaginé que por fin mi suerte había cambiado: no me caí, no hice o dije algo absurdo, había puesto atención a todo, mis comentarios eran pertinentes y muy atinados y empezaba a cobrar fuerza y actitud de macho alfa.

Pero el gusto me duró muy poco, solo 48 horas del 2018 para que me ocurriera algo absurdo, tonto e ilógico, yo diría inverosímil. Solo le pasa a uno de cada 100 poblanos que transitan por las calles de esta hermosa ciudad. Este suceso únicamente ocurre cada 50 años y a mí me tocó la suerte de estar en el momento indicado, en el lugar indicado.

Era un día normal de invierno del 2018, para ser exacto 3 de enero. Salí a las 11 de la mañana de mi casa, aún se sentía frío y conforme avanzaba El suertudo —mi carcachita—la temperatura iba subiendo, el frío se desvanecía y empezaba a sentir mucho calor. Aproveché un alto para quitarme la chamarra, en otro me quité el suéter, y mientras manejaba me retiré la bufanda.

Estaba tan feliz porque las calles de Puebla aún lucían vacías, si acaso éramos 10 carros los que transitábamos por la 18 sur antes del Walmart de San Manuel. No había coches dando cerrones, mentadas de madre, tipos que se sienten Toreto, todo era pura felicidad, hasta tiempo me daba de estornudar y soltar el volante para limpiarme la nariz, pues ya saben que el resfriado es un estrago de las fiestas decembrinas y el ¡Maldito frío!

Todo transcurría con normalidad, transitaba por la 18 sur, pasé por atrás del Walmart para incorporarme a la 20 sur, seguí avanzando. En la radio pasaban a Ace of Base, Britney Spears, mi adorada Lichis Gómez anunciaba el especial de Oasis, de pronto recordé las canciones más famosas de los hermanos Gallagher y trataba de descifrar las razones por las que no se querían, pensaba en lo feo que ha de ser no llevarte con tus hermanos u odiarlos.

Así iba como siempre, pensando en la inmortalidad del cangrejo, hasta que algo muy frío, diría yo helado, me volvió a mi realidad, a mí “aquí y ahora”. Lo sentí como un balde de agua fría y en efecto, era agua fría pero no de un balde sino de una manguera.

Sí, un pinche jardinero de esos que contratan para regar el pasto, estaba desperdiciando el vital líquido para regar las plantitas de una señora copetona de El Mirador. El viejo pendejo pensó que como era 3 de enero y casi nadie transitaba por la 20 sur, como la 20 sur estaba muy solitaria, en lugar de cerrarle a la manguera, podía apuntar hacia la calle mientras jalaba unos botes y no sé qué más.

Justo en ese momento en que iba pasando, el viejo cochino dirigió la manguera con el chorro del agua hacia la 20 sur y claro, solo sentí el chorro de agua; mi coche y yo quedamos empapados y yo que iba saliendo del resfriado, regresé a los brazos de esa cruel e insoportable enfermedad.

El pinche viejo únicamente dijo “perdón joven no lo vi”, claro en tono de susto y apenado.

“Aaaaaag, aaaaaaaag, aaaaaaaaggg”, fue el único sonido que salió de mi boca ante la empapada que me dio y el frío que empecé a sentir. Ya ni siquiera me quise quedar a discutir, arranqué el carro y me fui. Ahora sufro los estragos de esa empapada, llevo una semana enfermo y no veo pa´ cuando me recupere.

Moraleja: siempre lleven una muda de ropa, nunca saben cuándo la ocuparán.

¡Claro! Chinguen al guapo

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