25 de Abril del 2024

Apología de Viruta y Capulina

Por Yonadab Cabrera / /

yonachinguen ident

Aún recuerdo y añoro tanto mis largas pláticas con mi amadísima @Rayas alias Selene Ríos Andraca.

Como aquella vez que platicábamos por Whatsapp sobre mi perrita Luneta —una hermosa Beagle que me regaló mi abuelito Guillén— yo le decía que era bien tierna, que se acostaba a dormir sobre mi cabeza, que seguramente se sentía como la piel de su mamá y por eso se echaba allí.

—¡Ay pinche Luneta, se acaba de cagar debajo de la cama de mi hermano— le dije un sábano temprano a Selene por Whats pues desde primera hora me había despertado para charlar.

—A ver foto, pásame una foto, quiero verla— me respondió ella y como sus deseos siempre eran órdenes, le envié la foto.

—¡No, baboso! Foto de la perra no de la mierda, yo para qué quiero ver la mierda— respondió Selene entre risas y enojada al haberle mandado una fotito de la popo de Luneta.

Pero esa no fue la única vez que protagonizamos una apología de Viruta y Capulina, Selene y yo.

En otra ocasión ocurrió algo así:

—Amighola Raaaaayas. Holaaaaaaaaa, una pregunta— le escribí desde temprana hora muy entusiasmado, pero no obtuve respuesta y así pasó una hora, dos horas, tres horas.

—Amigo Yonaaaaaaaa, dos— me respondió Rayas a las cuatro horas de que yo la saludara.

—¿Dos qué?

—Dos preguntas.

—Sí, dime ¿Qué quieres saber?— respondí muy entusiasmado a Rayas, pensé que tal vez quería que le contara un chisme, pero no era así.

—¡No, babosooooo! Tú me dijiste que si me hacías una pregunta y yo te respondí que dos, que me hagas dos preguntas.

—Aaaah, ya me acordé, pero no recuerdo la pregunta.

Plop...

Bueno, hace días recordé mis charlas confusas tipo Viruta y Capulina con mi adorada Rayas, aunque me quedó claro que soy yo el que no entiende, el disperso que siempre anda en la luna. Retiro todas las acusaciones que siempre le hice sobre que era ella la del problema.

Charla de Whatsapp con un señor de 65 años

—Ok señor, entonces así quedamos. Yo le llevo mis productos de Jafra para que se quite los callosidades de los pies.

—Sí, te lo agradeceré mucho Yonadab porque ya no puedo caminar, no sabes cómo me duelen.

—Ok, que tenga buen día.

Pasaron una, dos, tres, cuatro, cinco horas y nunca respondió, hasta el chat borré porque me estresa ver tantas conversaciones y de pronto, a la sexta hora apareció un mensaje.

Don cheto:

—Buen día.

—Buen día don Cheto, dígame en qué le puedo servir.

—¿A mí? ¿Por qué lo preguntas?

—Pues es que me está saludando.

—No, de hecho me estoy despidiendo, tú te despediste en la mañana y me pusiste “buen día”, yo te estoy respondiendo igual para despedirme con un “buen día”.

Doble plop...

Moraleja: no borren sus pinches conversaciones

¡Claro! Chinguen al guapo.

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