24 de Abril del 2024

Cuando te comes tus palabras

Por Yonadab Cabrera / /

yonachinguen ident

No hay mejor platillo que el de las palabras.

Yumi, yumi, qué rico... un plato de tus propias palabras.

Delicioso con tortillitas calientitas y la evidencia en redes sociales.

Lo reconozco, la guapa Christian Guzmán Jiménez me ganó la partida, me puso un 4 con sutileza, dulzura y encanto, por supuesto apoyada por mi gran “amigo” Iván Galindo.

Todo fue un complooo en el que caí redondito o mejor dicho del que no podía escapar.

Y ahí estaba yo, un fiel fan de López Obrador, un morenista experto en el PRI que se mueve como pez en el agua dentro de ese partido.

Saludaba con tanta alevosía como esos espías rusos a Estefan, a Lastiri, a Chonita, a Rosita de la Resurrección, a Leobardo Choto y a todos los priistas a quienes les he hecho creer que soy priista.

Estaba al pendiente de todos mis amigos priistas para que se me acercaran a saludar, pero no contaba con que era espiado desde el horizonte. Dos pares de ojos negros me observaban como buitres a sus víctimas en el desierto.

Era observado como el león acecha a su presa. Estos muchachos cual depredadores naturales estaban esperando el momento para atacar sin remordimiento, compasión o clemencia. Así fue como caí en las garras de Iván Galindo y Christian Guzmán.

¿La razón?

Me había inconformado por su postulación como candidata del PRI a diputada federal, todo por el amor y la lealtad que le tengo a Iván Galindo, pero al parecer poco le importa mi amor, me maltrata, videncia y lastima con su desdén y engaño.

Verán:

En mi más reciente visita al PRI Estatal me sentía tan popular como Enrique Doger, así como a él, los priistas poblanos se acercaban a pedirme fotos, autógrafos, playeras, hasta se peleaban por saludarme, fui tan popular como el doctor y mucho más popular que Álvaro Alatriste.

Y entonces lo vi muy lejos de mí, pero lo sentía tan cerca de mi corazón, no dudé en expresarle todo mi amor y reconocimiento: “¡A la bio, a la bao, a la bim bom ba, Iván, Iván, ra, ra, raaaaaaa!”, grité a los 4 vientos, mi porra se escuchó más que los 500 gritos de los acarreados del Mostro Alatriste.

Pero jamás me percaté de la mujer que lo acompañaba hasta muy tarde, cuando vi de quién se trataba, mi cara se empezó a desencajar, la sonrisa poco a poco se fue borrando, un ojo se me hizo chiquito y quise salir corriendo, pero fue bastante tarde.

—Acércame a él, quiero aclararle una que otra cosa— le susurró la guapa Christian a Iván Galindo al mismo tiempo en que los dos me miraban fijamente y ella cubría su boca con su mano izquierda para que no leyera sus labios.

Iván sonrió, asentó la cabeza y se dirigieron a mí.

—¡Amigo Yonadab! Te presento a Christian Guzmán— dijo Iván aguantándose la carcajada producto de su maldad.

Por supuesto se me cayeron los calzones, me puse nervioso, sudé como pollo a las brasas y solo pude decir —Ajám, ajám, mucho gusto, he escuchado mucho de ti— y empezó el ataque —Sí yo he escuchado todo lo que dices de mí, y no me duele que me digas que soy la esposa de Jiménez Merino, pero sí que es mi único mérito— me dijo con voz determinante, mirada de bazuca y un gran carácter.

Mientras Iván Galindo se alejaba sigilosamente, buscando a quien saludar.

—Eeeeeste, eeeeeeste, eeeeeeeeste... perdóname, estás muy guapa, y eres muy dulce, te prometo que me retractaré y me comeré mis palabras. Una a una— pero no bastó con esa humillación, quiso más y me vi acorralado a tomarme una foto con ella que por supuesto y era de esperarse subió a Facebook al ser su único detractor.

Y no conforme con esa doble humillación, a cada mujer priista que se le acercaba incluyendo mi guapa amiga Evelyn de Tepeaca, les pedía amablemente que me hablaran de su trayectoria —¡Claro! Fue mi compañera en la Escuela de Cuadros— dijo Ev, —¡Por supuesto! Ha sido tan bondadosa— señaló doña Elf y así como 10 priistas le hicieron el favor.

Ante tanta dulzura me vi desarmado y no me quedó más remedio que comerme mis palabras.

Moraleja: dos priistas son tan tiernos y letales como un conejo...

¡Claro! Chinguen al guapo.

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