18 de Abril del 2024

Academia

De un desastre en cirugía, a un prolífico fisiólogo. La historia del doctor Enrique Soto Eguibar

- Foto: Especial

El investigador nivel III del SNI es titular del Laboratorio de Neurofisiología Sensorial, del Instituto de Fisiología-BUAP

Por Central /@CentralPuebla /

En sus 35 años de trayectoria, Enrique Soto Eguibar, titular del Laboratorio de Neurofisiología Sensorial del Instituto de Fisiología de la BUAP, ha publicado 94 artículos en revistas internacionales, 25 capítulos de libros y 70 trabajos en español. Nivel III en el Sistema Nacional de Investigadores, ha desarrollado tres patentes internacionales y una nacional, incluyendo el diseño de una prótesis vestibular. Además de la academia, complementa su trabajo con actividades de divulgación: ha escrito 57 artículos y desde 1991 ha sido director de la revista Elementos.

-Yo no pensé ser científico.

-¿Qué sucedió?

-Que la desgraciada vida...Bromea, ríe.

Cautivado por el pensamiento, esa cualidad que hace única a la especie humana, el fundador del Instituto de Fisiología de la BUAP ha sobresalido por sus aportaciones a las neurociencias, principalmente en los campos de neurofisiología sensorial. Quien de joven no se imaginaba con bata blanca en un laboratorio, hoy celebra que uno de sus proyectos ayudará a individuos con daño vestibular a recobrar la estabilidad postural y a los astronautas a no perder el piso, en el espacio exterior.

Tras parar de reír, el doctor Soto recuerda que son muchos los fracasos que lo condujeron a la ciencia. Un día, relata, durante una cirugía en el Hospital Universitario de Puebla en la cual amputaron la pierna a una niña, los médicos tardaron horas en la reanimación plena, pero de él, pues cayó súbitamente en la sala de cirugía. El personal se sorprendió al ver cómo el joven pasante se había golpeado, tras desmayarse por la conmoción que le generó la intervención en la menor.

Supo que atender pacientes no era su fuerte, pero que generar problemas en el quirófano, sí. Vio en la fisiología una oportunidad de desarrollo y decidió bien. En sus 35 años de trayectoria, Enrique Soto Eguibar ha publicado 94 artículos en revistas indizadas con reconocimiento internacional, 25 capítulos de libros, 57 artículos de divulgación y otros 70 trabajos en español. Un investigador prolífico.

La mayoría de sus aportaciones en neurociencias corresponden esencialmente al área de neurofisiología sensorial: auditivo y vestibular. Sin embargo, también ha abordado problemas sobre neurotoxinas, desarrollo de materiales para sensores y más recientemente aplicaciones de tecnología al desarrollo de una prótesis vestibular.

El titular del Laboratorio de Neurofisiología Sensorial recuerda que optó por estudiar medicina en la BUAP, porque en ese entonces la Universidad no ofertaba la Licenciatura en Biología. Decisión aparentemente desacertada, pero que lo encaminó a su realización. La desgraciada vida...

Recuerda que de niño interactuaba con los animales que habitaban la granja adjunta a la casa de su familia, en la colonia Bugambilias de Puebla, un hogar en el cual se tenía un alto aprecio por ser profesionista. Perros, gatos, faisanes, pavorreales... Se llevaba bien con ellos, recuerda. De ahí su amor por la vida, de ahí su inclinación infantil por las ciencias naturales.

Desde hace 35 años “no he cambiado de línea de trabajo, profesión, ciudad, universidad, ni de esposa. Toda mi vida he estado en la BUAP. Soy un hombre de hábitos”, expresa Soto Eguibar, con especial énfasis en su esposa.

Confiesa que una vez que supo que el trabajo de clínica definitivamente no era lo suyo –durante un periodo breve en el área de neurocirugía desarrolló muy rápido una úlcera por estrés-, decantó por la fisiología y se aventuró a la maestría y el doctorado en Ciencias Fisiológicas, en la UNAM, donde obtuvo la más alta distinción que esta otorga a sus estudiantes: la Medalla Gabino Barreda.

Entre anécdotas evoca su motivación más genuina para estudiar cómo funciona la vida: el amor a la misma. Más tarde, lamenta la ironía de su labor: tener que sacrificar animales para la experimentación.

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