Tuesday, 23 de April de 2024

Una reflexión de ética sobre la corrupción

Por Daniel Fajardo / /

La corrupción siempre ha existido, ningún gobierno se ha ido impune al señalamiento de un funcionario que haya sido beneficiado por algún mal ejercicio del poder.

Lo que empieza a ser más alarmante y fuera de lo cotidiano, es que estas denuncias sean cada vez más frecuentes y que los protagonistas de éstas sean ahora los gobernadores, ¡sí las cabezas del gobierno! quienes no solo han cometido simples actos de enriquecimiento ilícito o abuso de poder, sino que sus fechorías tienen tanto impacto que ¡han sido capaces de llevar a la quiebra a todo un Estado!

Buscando responsables ¿quién es el verdadero culpable?

Un acto de tal magnitud por supuesto que debe analizarse, no solo es el reflejo de lo corrompido de nuestro sistema lo que debe leerse de manera superficial, sino la cantidad de corrupción que existe detrás de este acto.

¿Son tan inocentes los funcionarios en el gobierno que nadie es capaz de darse cuenta de que las cuentas no cuadran?, ¿qué los apoyos no llegan a los lugares que deben llegar?, si se va a juzgar a un gobernador por enriquecimiento ilícito o delincuencia organizada, solo por mencionar 2 de los muchos crímenes por los que han sido llevados ante un juez, por supuesto que detrás de él hay una larga fila de funcionarios de no solo alto o medio mando, también existen funcionarios de bajo perfil que con su silencio se vuelven parte de este crimen, que quizás reciben en secreto todo el peso moral del juicio de un acto de esta naturaleza sin que irónicamenre reciban una mínima parte de los beneficios de estas situaciones. ¿Tiene entonces caso proteger a estas personas que cometen un crimen?

Un llamado a la valentía

Por otra parte, el cinismo de quien ve un puesto de gobierno como el premio mayor de la lotería, quien ve su vida resuelta e incluso ve la manera de que esta situación dure lo más que se pueda, todo esto por supuesto, viendo su posición como un medio para su autorealización y arrojando unas cuantas migajas al pueblo ¡que sí, muchas veces se conforma con ellas porque hay quien ni migajas les tira!

Es esta mentalidad y este contexto el que ha ocasionado que cada vez más casos de corrupción no solo aparezcan sino que sean con tanto dolo; por ello esta columna busca generar una reflexión no solo en los ciudadanos, he escrito muchas veces a ellos hablando sobre el papel que deben realizar para ser una sociedad activa y participativa, el texto es ahora para todas las personas que trabajan en el gobierno y que se dan cuenta de estas situaciones, quienes refugiados en el temor de perder su trabajo son también cómplices y víctimas a la vez; es una cuestión de ética el denunciar actos de esta naturaleza que se pueden prevenir por el simple hecho de tener los ojos muy bien abiertos y hacer las denuncias correspondientes, hoy más que nunca tienen como respaldo a una sociedad que está harta de los malos manejos, antes se podía entender que un funcionario que denunciaba estaba solo, hoy hay mucha gente que está detrás, y en el momento que más historias de funcionarios valientes señalando desde dentro los malos manejos de las autoridades aparezcan, el miedo aparecerá no en quien puede ser despedido, sino en el que es el criminal en esta historia porque dejará de tener de su lado la obscuridad de una ceguera intencional contra una luz de cientos de personas a lo largo de un proceso que en cualquier momento pueden alzar la voz sobre un hecho de corrupción.

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