La tragicomedia de Javier Duarte sigue brindándonos episodios más irrisorios de lo que cualquiera podría imaginar: autoridades federales buscan al gobernador con licencia de Veracruz tras detener la semana pasada a un hombre con pasaportes falsos que supuestamente eran para el buen Javidú y su esposa.
La búsqueda se lleva a cabo en Chiapas, después de la detención de Mario Medina, quien fue capturado en el Aeropuerto Internacional de Tapachula cuando bajaba de un vuelo comercial proveniente de la Ciudad de México. Al jovenazo se le encontraron dos pasaportes apócrifos a nombre de Álex Huerta Del Valle y Gabriela Ponce Arriaga… además de dólares en cash.
Este irrisorio y bochornoso capítulo en la historia de Javidú irremediablemente nos hizo pensar en estos ejemplos:
—Buenas noches, señores, ¿los molesto con una copilla, por favor?
—Lárgate de aquí, Javidú.
—¿Javier Duarte? ¿Quién es Javidú? Mi nombre es Cosme Fulanito.
Y sí: esto se pone cada vez más escalofriante. ¡El numerito de Duarte y su pasaporte falso ya lo habían predicho Los Simpson! ¡Cuánta precisión! ¡Qué miedo!
A Medina se le detuvo desde la semana pasada, aunque no fue sino hasta este viernes que la información se dio a conocer, apunta el periódico Reforma. Según la publicación, en los días recientes se han efectuado dos cateos en busca del político picarón: uno en un domicilio de la Colonia El Porvenir, en el poniente de Tapachula, y otro en el ejido La Libertad, en Suchiate, en la frontera con Guatemala.
¿Cómo ven? Al parecer el Padre Alejandro Solalinde tenía razón respecto a la ubicación del político imputado por delincuencia organizada, desvío de recursos, enriquecimiento ilícito y lo que se junte en la semana. El sacerdote había denunciado a través de su cuenta de Twitter, el pasado 31 de octubre, la presunta dirección del sagaz y escurridizo Javidú.
Según Solalinde, el prófugo gobernador con licencia de Veracruz se encontraba escondido en un rancho llamado San Francisco de Villa Corzo en Chiapas. Un día después, la Procuraduría General de la República buscó a Duarte en aquel rancho —como no queriendo, la verdad— y, pues, nada más no lo encontraron.
