Tuesday, 16 de April de 2024

Cultura

Si te gustan las películas de amor, te recomendamos ver “Yo antes de ti”

- Foto: Cinepremier

Se estrena este jueves 23 de junio y está basada en el bestseller del mismo nombre.

Por Cinepremier / /

En un año que hasta ahora ha estado escaso de dramas notables (de dramas románticos ni hablamos, pues parece que el romance de alto perfil últimamente tiene cabida sólo en la comedia y hace mucho que Nicholas Sparks dejó de conmovernos), Yo antes de ti sonaba muy prometedora o, cuando menos, interesante, por ser casi única en su género en el 2016.

Basada en el bestseller escrito por la autora británica Jojo Moyes, la película retoma todos esos elementos sentimentales que histórica y naturalmente se caracterizan por despertar nuestras sensibilidades más idealistas y menos críticas: el amor que se enfrenta a una fatalidad, parejas no convencionales, la enfermedad de un ser querido, un alma atormentada que es transformada por otra persona, un último beso, una silla de ruedas...

Añadido a esto, cuenta con dos protagonistas atractivos y carismáticos: Emilia Clarke y Sam Claflin, ambos en el despunte de su carrera cinematográfica, pero ya con un fanbase amplio por sus participaciones en Game of Thrones y en la saga de Los juegos del hambre, respectivamente.

Tienen la medida justa de frescura y notoriedad –tal como la de Rachel McAdams y Ryan Gosling en su momento–, ideal para convertirse en una de esas parejas cinematográficas memorables, que no hemos tenido en bastante tiempo.

En un principio se dijo por ahí que la sombra de Daenerys Targaryen y de Finnick Odair podrían ser un obstáculo a la hora de empatizar con la historia de Lou y Will; sin embargo, éste no es el caso. No es que estemos demasiado acostumbrados a ver a Clarke rodeada de dragones (ya la vimos, después de todo, en Terminator: Génesis): el problema aquí es otro. Más bien, lo que no deja despegar a esta historia –dirigida por Thea Sharrock– tiene que ver con la química entre los protagonistas, el desempeño específico de uno de ellos y los lugares comunes de la trama, que, a pesar de sus buenas intenciones para salirse de lo convencional (sus apuntes sobre la eutanasia, por ejemplo), no logra escapar de las fórmulas visitas hasta el cansancio en dramas del estilo. Es más, en un ánimo simplista pero práctico, se podría describir a esta historia como una mezcla de Amigos, La Cenicienta, Posdata, te amo, Bajo la misma estrella y Mi bella dama.

La buena noticia es que todo lo anterior no hace más que ayudar al brillo natural de Emilia Clarke. En un rol que no podría estar más alejado de su Khaleesi, la actriz nos regala una de sus mejores interpretaciones como Lou, una estrafalaria y alegre veinteañera, tan entusiasta e ingenua como para vestirse como si tuviera cinco años, con todos los colores del armario y zapatos que harían dudar a la propia Minnie Mouse. En su desesperación por hallar un trabajo, termina como la nueva cuidadora de Will (Claflin), rico heredero de una prominente familia, quien, tras un accidente, se ha quedado cuadrapléjico. Debido a su condición, este exaventurero ha caído en la amargura, la cual –tal y como dictan las reglas de este tipo de historias–, será transformada por la dulzura de Lou.

Mientras Clarke hace creíble y adorable a su empático personaje, en el cual se advierte una transformación interna para cuando todo acaba, Claflin no logra lo mismo con el suyo. Ésta es una pareja que funciona mejor cuando no están juntos, y mucho de eso se debe a que la parálisis de Will no se queda en lo corporal: se encuentra rígido y paralizado en cuanto a personaje, inamovible, y sin transformación. Mientras la historia lo vende como un hombre amargado, pero sensible, cuya existencia y visión del mundo cambia gracias a la presencia de Lou, la interpretación estática y de postal de Claflin (afectada también por algunas partes del guion que tienen el muy evidente objetivo de hacernos llorar) lo hace ver egoísta y caprichudo: un hombre que –incluso a pesar de su condición– tiene todo pero, aún así, no lo quiere. Aquí se explica por qué fue que su aproximación a la eutanasia despertó tanto descontento entre cuadrapléjicos en el mundo, en lugar de provocar reflexiones o debate. Su personaje no es lo suficientemente fuerte y real como para tomar las decisiones que toma sin sentirse trivial e inconsciente. Es imposible no malentenderlo. Al final, y ya que el drama se centra en él, no hay truco o elemento sentimental que lo salve.

Cinepremier

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