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UPAGAY o lo que se ve no se pregunta

Por Edmundo Velázquez / /

Esta columna se llama Cuenta hasta 10 porque a veces necesitamos hacer una pausa.

Cuando las cosas no nos salen bien, cuando se pone fea la situación.

Cuando necesitamos respirar. 

Bajarle dos rayitas al enojo, a los nervios, a la violencia. 

Contar hasta diez y volver a empezar. Ahora con el doble de paciencia. 

Así como ese comercial del Canal 5 en los años ochenta

Cuando leí el comunicado que lanzó la UPAEP la madrugada del lunes 29 de agosto dando un NO rotundo al matrimonio igualitario tuve que contar hasta veinte.

Y muchos me dirán que soy un tonto por decirme sorprendido de que una universidad de inspiración católica se sume al no rotundo contra el matrimonio igualitario.

No, no es que me sorprenda. 

Más bien, me indigna.

La verdad, quería llorar. 

Se me caía la cara de vergüenza.

Tuve un caldo de emociones de las cuales no sabía atinar cuál predominaba. 

Como egresado de esa casa de estudios me sentí defraudado.

Porque ahí aprendí que la universidad es sinónimo de universalidad. 

De la pluralidad de las ideas. 

Porque ahí tuve profesores de primer nivel como Margarita Argüelles, Lilia Vélez, Claudia Ramón, Pilar Iguiniz o Juan Pablo Alvear. Y muchos más.  

Porque ahí, en sus aulas y en sus foros pude conocer a periodistas de carne y hueso que provocaron que hoy me dedique a esto. 

Me sentí defraudado porque sentí entonces que todo aquello dicho en el aula es una vil mentira.

Porque la universalidad, la pluralidad de ideas, simplemente fue un discurso que olvidó mi alma mater. 

Porque en esa universidad, como en todas, existen alumnos, egresados, profesores, colaboradores, investigadores y directivos que merecen respeto.

Merecemos respeto.

Merecemos ser visibles. 

Porque yo también soy homosexual. 

Con su comunicado la UPAEP nos restregó en la cara que no le importan ni sus alumnos, ni sus egresados, ni sus profesores, ni su comunidad. 

A sus egresados, profesores, alumnos, nos dio un portazo con el no rotundo a que todos los mexicanos tengamos el mismo derecho a querer casarnos, si así lo deseamos. 

O a ser padres por la vía de la adopción.

Cerró cualquier oportunidad de diálogo previo a que la controvertida propuesta del presidente Enrique Peña Nieto llegue siquiera al Congreso de la Unión. 

La UPAEP olvida que entre sus muros, como en los de cualquier institución, existe gente que siente, que piensa, que debate. Y que debe de ser escuchada antes de que se sumen a la lamentable postura que exhibieron junto con otras instituciones. 

La UPAEP olvida que entre la comunidad LGBTIIIQ en Puebla es mejor conocida como UPAGAY por la cantidad de gente gay que estudia, egresó, trabaja o pasó por sus aulas. 

La UPAEP es un clóset de muchas cuadras en el barrio de Santiago. 

Alma mater, además de sinónimo de universidad, significa fuerza motora.

No encuentro razón lógica para que UPAEP sea mi fuerza motora.

Ahora lo único que pido como ex alumno es que la UPAEP deje de darnos lecciones de moral y de pena ajena.

Que UPAEP deje de negar que entre sus aulas hay homosexuales, lesbianas o bisexuales.

Que UPAEP salga del clóset.

 

 

 

 

 

 

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