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Feminicidios, el cáncer que ni gobernantes ni candidatos ni políticos quieren ver

Por Selene Rios Andraca / /

Veo las fotografías de la caminata de Blanca Alcalá para su registro, la marea de chalecos rojos, su traje blanco impecable, los priistas emocionados por la unción de su candidata, escucho las palabras encendidas de Blanca contra el gobierno, aunque no menciona nombres ni apellidos. Me detengo otro rato en el evento más modesto de Tony Gali, en su #VamosconTodo, en su vestimenta casual, en su discurso de la continuidad, de la transformación que sigue. Veo a dos candidatos que se disputan la sucesión de Casa Puebla y ninguno tiene los pies en la tierra. Al menos no en la tierra poblana, donde en menos de 24 horas asesinaron a tres mujeres. No en la Puebla que quieren gobernar que en tan sólo 55 días del nuevo año, hay registrados 16 feminicidios o asesinatos que tienen la carga suficiente de odio o de machismo para considerarse como tal.

Los feminicidios en Puebla tampoco están en la agenda del gobernador. Tras el fin de semana de sangre, el mandatario hizo una gira por Atlixco en donde prefirió hablar sobre sus cálculos eloteros de la afluencia del teleférico. Sobre Samaí Márquez, la mujer de 40 años de Santa Cruz Temilco y la otra asesinada  en San Pedro Cholula, no dijo ni una palabra, ni siquiera de aliento o de alarma.

Al nuevo alcalde de Puebla, Luis Banck, el tema no le incomodó. El domingo rindió protesta ante el Cabildo como el Alcalde Sustituto de la ciudad y el lunes, la única manifestación que hubo fue el movimiento en su cuenta de Twitter, en la que se dedicó a responder las felicitaciones por el nuevo encargo. ¿De los feminicidios? Ni un lamento siquiera.

El presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Congreso del Estado, Jorge Aguilar Chedraui, también optó por el silencio. El panista dio una entrevista el fin de semana para anunciar que Tony Gali se registraría como candidato este lunes. Sobre los homicidios contra las mujeres, no dijo nada, total no es importante. Ni el pésame lanzó.

La política sobre los feminicidios del morenovallismo ha sido la indiferencia. El único que opina, que lamenta, que da la cara sobre los feminicidios es el Fiscal Víctor Carrancá —a pesar de sus yerros—. Para el resto del Gabinete, incluida la encargada del Instituto Poblano de la Mujer, la indolencia es la respuesta al cáncer que se expande día con día.

Es tanta la indiferencia de la administración morenovallista sobre los feminicidios que hasta el año pasado, el Fiscal no tenía ni la menor idea del número de casos en la entidad. La Ibero reportó 240; la organización Odesyr 164 y la Fiscalía, 14. La disparidad en la cifra ni siquiera ha sido atendida por las autoridades por una evidente falta de interés.

El alud de homicidios violentos contra mujeres es un problema de Estado para la administración morenovallista. En tan solo dos años, la Fiscalía General del Estado tiene el registro de seis hombres que recurrieron al homicidio para no hacerse cargo de sus hijos —Ellos no quisieron ser padres. Ni supieron cómo enfrentar la vida. El único remedio que encontraron fue volverse asesinos. De los peores. De esos que arrancan la vida de una mujer y la de su hijo aún en el vientre. Ellas, ellas murieron por defender a sus hijos—.

Pero no sólo el morenovallismo prefiere ignorar el tema y dejar que las notas se apaguen en los medios de comunicación. La insensibilidad sobre el problema de Estado que hoy enfrenta el gobierno de Moreno Valle no respeta sexo, religión ni militancia.

Las mujeres que tienen voz y que abanderan las causas de las féminas, de la equidad y género, la paridad, la igualdad y demás demagogias superfluas, tampoco se han ocupado de, siquiera,manifestarse contra el Macro Problema de los feminicidios en la entidad.  
Blanca Alcalá, Lucero Saldaña, Marta Érika Alonso, Blanca Jiménez, Genoveva Huerta, Ana Isabel Allende, Roxana Luna, Carmenchú Izaguirre y un largo etcétera están calladas. Mudas. Indolentes.

¿Dónde está su voz y su poder?

La clase política poblana está enfocada exclusivamente en la lucha por la sucesión de Moreno Valle. Si en las calles, mujeres embarazadas son asesinadas por sus novios no es relevante. Lo importante es ver cuál candidato se luce más en su registro, quién lleva más gente, qué dicen las encuestas y cómo restarle puntos al oponente.

En las redes sociales, la mayoría de los poblanos habló sobre los feminicidios, la necesidad de solicitar una Alerta de Género, mientras el coordinador de la campaña galicista se peleaba a tuitazos contra Enrique Doger por el marinismo de clóset del panista. Ay no por favor.

Nos están matando y la clase política arrebatándose la pedacera de una minigubernatura.

Mi duda principal es: ¿Por qué a los políticos, hombres y mujeres, les da miedo hablar de los feminicidios?

¿Les vale madre que estén matando a mujeres de manera violenta?

¿No pueden hacer nada contra aquellos hombres que se niegan a asumir la paternidad y matan a sus novias-frees embarazadas?

No comprendo el desinterés de los que nos gobiernan ni de los que nos quieren gobernar. No entiendo qué les da miedo de la Alerta de Género ni por qué nadie quiere mover un dedo para evitar que otra mujer embarazada o no sea asesinada por su sexo o su condición de mujer.

La mejor manera de conocer la realidad que vive una comunidad es bucear en la nota roja de sus periódicos, ahí están contenidas las desgracias de los ciudadanos, ahí están resumidos los errores de un gobierno, ahí están latentes las limitaciones de un gobernante: secuestros, homicidios, accidentes, feminicidios…

La realidad que cacheteó a Puebla el fin de semana fue ignorada en su totalidad por aquellos que van a pelear las llaves de Casa Puebla. Tanto Blanca Alcalá como Tony Gali salieron por la tangente, divagaron en lugares comunes. Una lanzó piedras al aire, sacos a la medida nada más, el otro juró continuar con la transformación. Pero ninguno se atrevió a responderles a las familias que están de luto, que perdieron a sus hijas, madres, amigas de una manera sangrienta y dolorosa.

Ni Puebla ni sus ciudadanos merecen otro gobernador igual de ciego y de mudo que Moreno Valle.    

Queda. 

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