En la política todo es interpretación. Si un gobernante hace algo, un grupo (algunos por convicción, otros por conveniencia) lo festeja. Otro lo critica y a uno más le importa un pepino.
La elección de Giles-Alonso a la dirigencia estatal del PAN fuera de interpretaciones y análisis solo confirma un hecho: Rafael Moreno Valle ganó el control absoluto de Acción Nacional en el estado. Otro hecho: Rafael Micalco perdió. Los panistas tradicionales no pelearon por esa posición y dejaron ir lo que tantos años habían mantenido como un patrimonio.
La inclusión de Francisco Fraile “El Pastor” o su pacto con el morenovallismo fue la derrota real del yunquismo poblano.
Fuentes consultadas aseguran que no le irá mal a Paco Fraile y que él no buscó el desayuno con Martha Erika Alonso y Giles. Al contrario, fue iniciativa de la dupla que dirigirá el PAN. ¿Qué acordaron? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Lo veremos próximamente. Lo que sí es que ya no acusarán a Fraile en la prensa poblana y los señalamientos en su contra por arte de magia desaparecieron.
En tanto que Eduardo Rivera y todos sus seguidores se quedaron como el chinito nomás milando. No hicieron nada. Su huelga de brazos caídos se mantiene hasta por el control de su partido que hoy han perdido totalmente.
Dos escenarios ocurrirán al interior del PAN: seguirán los panistas tradicionales criticando y pataleando sin hacer nada o iniciarán una revuelta o guerra de bajo perfil, incluso apoyando al PRI para actuar contra el gobernador y todos sus seguidores.
Moreno Valle ayer se coronó. Mientras unos opinan a favor y otros tantos en contra. Realmente, obtiene ya el control total del panismo. Ya lo tenía, pero ahora es total y las críticas ya no saldrán de la dirigencia estatal y menos de la municipal.
La salida de Ana Teresa Aranda del PAN que sí es un golpe a ese instituto político deja sin críticos internos. Sin dolores de cabeza. Así que como dijera el malogrado presidente Felipe Calderón “Haiga sido como haiga sido” Moreno Valle es el dueño del PAN estatal.
A Acción Nacional le quedan dos caminos: cerrarse, volverse intolerante o generar una amnistía general y sumar a todos sus cuadros. Evitar los discursos radicales como los de Pablo Rodríguez Regordosa y más bien abrir sus puertas a pesar del radicalismo y cerrazón de muchos yunquistas. Es decir hacer política.
Martha Erika Alonso ya ha mandado varios mensajes de paz. Primero reunirse con Fraile, segundo haber lamentado públicamente la renuncia de Ana Teresa Aranda y tres decir también públicamente que llama a sus correligionarios a unirse entre ellos a Eduardo Rivera y sus feligreses.
Si mantienen ese discurso más allá de que se avecina un proceso electoral en el que no sólo se juega la elección del gobernador sino un proyecto político, podría ser la diferencia.
Lo cierto es que los panistas tradicionales no se podrán quejar de esta última elección interna, pues ellos mismos son corresponsables. Al no presentar un candidato contra la fórmula Giles-Martha Erika, al permitir que se les trate como se les ha tratado y sólo andar protestando en los cafés y llorando en los rincones como la muñeca fea.
Al fin y al cabo es su partido y ellos solitos se lo comen. Nadie les puso una pistola enfrente ¿o sí?