No se trata de cantidad sino de calidad, es el primer pensamiento que llegó a mi mente cuando veía la declaración de Luis Videgaray al hablar acerca de que las cifras de desempleo se han combatido y que los últimos datos arrojan que la situación en nuestro país no es tan complicada como en otras naciones.
Quizás lo frío de los números hablen y efectivamente la taza de empleo haya aumentado este 2015, pero estos argumentos contrastan mucho con lo que en las calles se escucha, con la situación que mis alumnos recién egresados de la universidad me narran e incluso de lo que mi experiencia profesional es testigo, sí existen empleos pero muy mal pagados.
La mayoría de los mexicanos tiene que echar mano de 2 o hasta 3 trabajos para nivelar un estilo de vida más o menos que le alcance para vivir bien, legitimamos con ello una de las grandes observaciones que se hacen sobre nuestro país en comparación con otros a nivel competitividad, los mexicanos somos de los países que más trabajamos pero cuyo salario es de los más apretados.
¡Cuánto debate existe para lograr que el salario mínimo se nivele con los precios de productos, vivienda, educación por citar algunos, para que podemos considerar que en México el hecho de estar empleado es una garantía para vivir decorosamente!
Definitivamente el salario mínimo es una medida atemporal, de discurso político que poco puede aplicarse como una regla efectiva para comprender la realidad del mexicano y esa es la sensibilidad que se le exige a un político cuando con tranquilidad, ganando muy por encima de lo que podría ganar un mexicano promedio, menciona que en México el desempleo no es problema porque las cifras marcan que la gente sí está trabajando.
Recuerdo declaraciones tan irresponsables como el pensar que los mexicanos con 6,000 pesos pueden vivir, lo irónico es que sí, muchos de los que ganan esa cantidad sobreviven en un estilo que no queda de otra más que llamarlo vida.
Sería muy interesante hacer un ejercicio donde nuestros funcionarios trataran de vivir un semestre empleados con el sueldo promedio, atendiéndose en el I.M.S.S., yendo por sus hijos a una escuela de gobierno, y mirando las noticias y apretándose el bolsillo cuando se anuncia que debido a que el dólar subió hay que apretarse otra vez el cinturón, quizás en ese momento sus declaraciones tendrían otro sentido cuando la visión actual es tan corta pensando que el hecho de que la gente consiga un empleo es un triunfo para el Estado, ¡no, el camino es otra dirección! emplearse con un salario justo que le permita vivir bien es la verdadera meta y esa realidad queda muy lejos del "safe" (haciendo una analogía con el béisbol) que el gobierno federal propone con sus programas de empleo y la realidad que vive el país.
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