Thursday, 18 de April de 2024
Lunes, 26 Octubre 2015 11:51

Moreno Valle, fascismo redivivo

Las aspiraciones presidenciales del gobernador, Rafael Moreno Valle son un asunto delicado si tomamos en cuenta que sobre los Moreno Valle hay una mancha indeleble de sangre inocente derramada que deshonra a este País y, asimismo, a un partido que se ha declarado humanista y cristiano, que busca el bien común y una patria ordenada y generosa.

Por : Alfredo Reyes / Vanguardia

Cuando una tuba enardecida se libera de la carga de la razón y se vuelve como las bestias, no es de extrañar que aparezca esa sed de sangre arcaica, la que incita a derramarla con violencia, la que hace sentir poderoso a cada miembro de la chusma, ese poder que suele manifestarse siempre que se debilitan otras fuerzas represivas, como acaba de ocurrir de manera terrible en Ajalpan, Puebla, donde fueron linchados dos hermanos indefensos, a los que no pudo proteger el Gobernador de ese estado, el fascista Rafael Moreno Valle, del Partido Acción Nacional.

Y es que aquí no se puede alegar un “Fuenteovejuna”, porque en ese drama de la vida real retomado por Lope de Vega se trató de la ira de un pueblo agraviado que se rebeló en contra de un comendador autoritario que abusaba de las mujeres del pueblo, al que asesinaron por lapidación en un acto de justicia comunitaria.

Pero ya sea que se trate de un ajusticiamiento comunitario, como en el caso de Lope de Vega o de una ejecución artera, como acaba de suceder a los dos hermanos en Ajalpan, todo se reduce a lo que Ortega apunta en su “Rebelión de las masas”, afirmando que cuando la masa actúa por sí misma, lo hace de una manera predecible, dejándose arrastrar por la violencia tumultuaria y frenética del linchamiento.

Y es fácil adivinar las causas que mueven a la masa a la violencia irracional; la falta de autoridad, la degradación de las instituciones, la ausencia de derecho, legalidad y justicia o un Estado fallido, cuya razón primigenia de su existencia es la seguridad pública, el monopolio legítimo de la violencia, o sea, la figura del príncipe que desarma a todos sus súbditos para tener el monopolio de las armas, para que no cunda el caos y se agredan unos a otros por cualquier motivo, asunto de la más alta significación política.

Y todo el rollo anterior es para dimensionar el disparate que el gobernador poblano, Rafael Moreno Valle, acaba de cometer al declarar que el linchamiento de Ajalpan no debería de politizarse ni partidizarse, como si la erosión del Estado no fuera un asunto eminentemente político.

Por eso es preocupante que Moreno Valle ambicione la Presidencia de la República, a pesar de su “Ley bala”, de su relación con la Gordillo y del último linchamiento ocurrido en la entidad que gobernó su abuelo del mismo nombre, un militar represor responsable de la muerte de decenas de campesinos en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, otro poblano fascista y represor.

Si en el estado de Puebla se han desatado los linchamientos es porque la autoridad estatal está fallando o ya no funciona. No hay que soslayar que el actual Gobernador es un tránsfuga del PRI capoteado por el PAN, como lo han sido Gabino Cué, Ángel Aguirre y Malova, también ex priístas arropados por Acción Nacional. Sólo que ahora el Gobernador poblano quiere ser presidente de México, un asunto delicado si tomamos en cuenta que sobre los Moreno Valle hay una mancha indeleble de sangre inocente derramada que deshonra a este País y, asimismo, a un partido que se ha declarado humanista y cristiano, que busca el bien común y una patria ordenada y generosa.

Vanguardia