Thursday, 25 de April de 2024

Chinguen al Guapo

Viernes, 09 Noviembre 2012 08:40

Los aviones de la Fuerza Aérea Mexicana

Por :
  • Imprimir
  • Email

Columnas Anteriores

Y allí estaba: sentado en primera fila, escondiéndome del infernal sol poco común en otoño, practicando mis palmadas o aplausos porque estaba feliz de que  Chignahuapan haya sido declarado Pueblo Mágico, hasta decidí llevarle a mi mamá una de las sombrillas blancas que regalaron en el evento.

Me sentía fascinado, anonadado, extasiado, excitado; con mucha atención escuchaba la banda de guerra y la banda musical de un Centro Escolar, veía los mosaicos que prepararon las escuelas para agradecer a los gobiernos estatal y federal por el nombramiento, platicaba con algunos amigos priistas, que si sus aspiraciones, que si estará competida la elección de 2013, que si el PRI tiene oportunidad de ganar.

En verdad mi actitud era como la de un ciudadano más de Chignahuapan, hasta canté al ritmo del mariachi que amenizaba el evento, nos echamos desde el Mariachi loco, Hasta que te conocí —del Juanga—, Esos celos —del Chente—, una que otra del potrillo y las clásicas. Yo era parte de la verbena popular, era un chignahuapense más, un serrano más.

Por fin el animador del evento anunció la llegada del gobernador Rafael Moreno Valle y de la secretaria de Turismo federal, Gloria Guevara. Tenía una gran emoción,  hasta se me hizo un nudo en la garganta por la euforia del momento y todo estaba perfectamente calculado, nada podía salir mal, hasta yo mismo supervisé los ensayos y regañé a los muchachos estudiantes que no hacían bien los mosaicos y no estaban en sus posiciones.

Recordaran que en esos eventos, en los magnos eventos, sobretodo al interior del estado siempre me gana del baño y no encuentro un WC, me pierdo y algo me debe pasar; pero en esta ocasión creía que todo marchaba bien, que no habría un oso de mi parte, no había motivo, no había indicios, los astros en aquel momento no conspiraron contra mí, bueno eso creí.

Culminó la parte del protocolo, que los discursos, que los aplausos, que las felicitaciones en el presídium por los buenos discursos que cada orador dio. Obviamente el último en decir sus palabras fue el gobernador, e inmediatamente después de que terminó, todos se dispusieron a develar la placa del nombramiento como Pueblo Mágico.

Los asistentes pensamos que ya no había más por ver, que las sorpresas habían terminado, que las tablas rítmicas, los mosaicos, los juegos pirotécnicos, la banda de música, la de guerra eran todo lo que ofrecía el show, pero todos estábamos muy equivocados, una sorpresa mayor esperó al momento cumbre, el momento final y qué final, más de uno por poco nos desmayamos, o por lo menos fuimos flanco fácil de la diabetes.

Todos los presentes caminaron hacia el lugar donde está la placa que dice que Chignahuapan es Pueblo Mágico, ya no esperábamos más sorpresas, incluso estaba a unos dos metros del gobernador, trataba de observar lo que decía la placa, trataba de ver las expresiones de las autoridades —o sea las de Moreno Valle— todo feliz y contento di unos cuantos pasos, cuando de pronto de manera repentina en el cielo se escucharon dos estruendos  y sólo se alcanzaron a ver los destellos que dejaron: fuuuuuuuuuuuurrrrrrr, fuuuuuuuuuuuuuuurrrrrrrr.

—¡Ay hijo de su puta madre!— fue lo único que alcancé a decir al mismo tiempo en que me colgué del cuello de un señor gordito que estaba a mi lado, incluso me aferré tanto a él que le soltó la mano a su esposa. Y es que toda mi vida pasó por mi mente, pensé en todo: ya nos echaron una bomba, nos vienen a atacar los narcos, Estados Unidos ha iniciado la invasión a México, ¿Qué pendejos fue eso?

Me dio tanto miedo que tardé segundos en reaccionar y en darme cuenta que un señor gordito oriundo de Chignahuapan me estaba cargando, hasta que se volvieron a escuchar los ruidos, pero ahora sí me percaté que se trataban de dos aviones de la Fuerza Aérea Mexicana.

“Esta es una sorpresa y un regalo que nos tenía el gobernador, los aviones de la Fuerza Aérea Mexicana decorando nuestro cielo, alegrando nuestro evento, festejando con nosotros que Chignahuapan es Pueblo Mágico”, dijo el maestro de ceremonias.

En ese momento regresó mi conciencia, mis cinco sentidos se reactivaron, mi raciocinio despertó, la taquicardia frenó, mis manos dejaron de sudar, recobré el aliento, mi respiración se normalizó, desencajé las uñas de la espalda del señor, me bajé, le ofrecí disculpas y a su esposa también, me alejé sin voltear pues sentía sus miradas y me fui a esconder maldiciendo las sorpresas del gobernador.