Había una primera dama
al inicio a todos encantaba,
volaba en lo alto de la farándula
hasta la regalaron una casa blanca.
Escándalos de viajes y atuendos,
protagonista de desplantes y celos
¡de vergüenzas en plenos eventos!
En el DIF invisible desempeño.
Había que cambiar el modelo.
Escritoras y empresarias de dinero.
Mujeres que fueran ejemplo
de trabajo, familia y empeño.
Artista de pincel y lienzo,
dona al voluntariado su tiempo.
Una mujer que le sobra color
el mismo que a su esposo faltó.
Mujer de comunicación y letras.
Su obra refleja que tiene cabeza.
Pero en esta paradoja humana
su esposo es falto de palabras.
Resulta que la adinerada
es la esposa del panista Anaya.
El mejor romance para dar batalla
es unir política y plata.
Los impresentables son los esposos
de dos señoras con méritos dudosos.
Ellos tuvieron momentos gloriosos,
ahora resultan más un estorbo.
Quieren parecer autónomas,
que el esposo no les haga sombra,
pero el parentesco no se borra
con quitarse el apellido y pasear sola.
La mujer en un rol distinto
¿habrá una reivindicación?
Pero ese es otro cantar de grillos
Hasta el lunes amable lector.
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