23 de Abril del 2024

Escuchar lo que está más allá de la vida

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

Conocí la música de Jason Becker hace catorce años. Supe de aquel guitarrista gracias a un primo hondureño quien no paraba de estudiar sus partituras y de escuchar constantemente sus discos. Fue, en ese momento, la imagen de aquel guitarrista una enseñanza de vida.

Siendo Becker un destacado guitarrista, probablemente el más virtuoso y con un futuro prominente al lado de músicos como Marty Friedman y de David Lee Roth, a sus veinte años fue diagnosticado con Esclerosis Lateral Amiotrófica, conocida también como el mal de Lou Gehrig, enfermedad que le fue debilitando y apartando no únicamente de su habilidad inefable al tocar la guitarra sino también, le fue anulando habilidades básicas como el hablar, el caminar, el sostenerse de pie.

Al perder toda movilidad posible y el hecho de estar en una silla de ruedas de por vida, los doctores estimaron muy poco tiempo de vida y sin embargo, no únicamente sigue con vida, la observa como un camino hacia algo más profundo. Aun con todas las limitantes pensadas, Becker sigue componiendo música.

El fin de semana vi con mi novia un increíble documental sobre la vida de este genial músico, se llama, “Jason Becker: Not dead yet”, en el que uno puede observar no sólo la biografía del músico sino también, la biografía de un ser que a pesar de todo, sigue amando la vida.

El documental resulta desgarrador, más cuando los familiares y amigos de Becker relatan los momentos de debilidad en las piernas, cuando el músico tropezaba o caía y peor aun, el momento terrible cuando no podía sostener más el instrumento que lo había ayudado no sólo a darle la vuelta al mundo gracias a su virtuosismo sino que le había prometido un futuro impensable, y sin embargo, ese futuro no deja de sorprendernos.

Como decía anteriormente, el hecho de que Becker no pueda mover su cuerpo y pueda componer música usando únicamente los ojos (sus familiares le diseñaron un mecanismo visual para identificar letras para poderse comunicar y también para poder componer) es increíble y aun más increíble el hecho de que, a pesar de todo, no renuncie en ningún momento a su vida, a la vida.

Después de ver el documental es inevitable contenerse, resulta desgarrador y también uno no deja de ver su propia vida y decirse constantemente “soy el ser más privilegiado y bendecido del mundo”.

Es muy probable que esto ya se haya leído antes pero muchas veces no nos damos cuenta de la gran oportunidad que tenemos en esta vida de vivirla bien, de esta gran vida que a veces solemos cuestionarla por problemas tan poco trascendentales. La mayoría de las veces tenemos nosotros la solución a cada uno de nuestros conflictos pero hacemos a un lado la voluntad y permitimos que el ego nos lesione y aun así, no dejan de ser conflictos con solución. Yo no entendía mucho lo que era el mal de Lou Gehrig hasta que mi novia me dijo “imagina que es tu cuerpo atacando a tu cuerpo”. Me hizo temblar el hecho de sólo pensarlo.

Desde hace poco tiempo, desde que dejé de fumar, comencé a cuidarme un poco más, desde la nutrición hasta el hábito del ejercicio y me he dado cuenta de la importancia que es tenernos sanos, sabernos sanos y apreciarnos. A veces escucho la frase de “por lo menos hay salud” y no nos damos cuenta que ese por lo menos es probablemente el deseo de muchos. Le decía a mi novia que no podía imaginar lo que darían Jason Becker o una persona que sufriera aquella enfermedad, por una hora de vida “normal” como la que nosotros llevamos.

Tras ver este documental a veces pienso que he sido muy injusto con la vida e insisto, me hace sentir no únicamente que tengo una oportunidad increíble de estar bien sino que también tengo la oportunidad de agradecer estar bien, de no derrotarme, de no renunciar a nada.

Hay una escena en el documental en la que está Becker en su silla de ruedas observando la guitarra y el que le ayuda a transcribir la música le pregunta si con sólo verla él puede imaginar su composición a lo que él dice que sí. La guitarra no puede tocarla, pero la toca desde la observación, desde la memoria, desde su corazón que no deja de luchar y eso, estoy seguro, no es únicamente amar la vida, es amar toda la trascendencia, todo aquello que está más allá de la vida.

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