28 de Marzo del 2024

¡A reducir el riesgo del sexting!

Por Martín Ochoa / /

Imagine por un momento mi querido lector que de pronto en un día cualquiera sale usted a la calle y es continuamente observado por sus vecinos, mientras maneja su vehículo se da cuenta que otros conductores le avientan su auto y continuamente están tocando el claxon, que cuando llega a su lugar de trabajo sus compañeros lo ven y se burlan de usted mientras que quienes consideraba sus amigos ya no se acercan debido a que es una persona indeseada.

Esta imagen triste y deprimente infortunadamente es la que viven una de cada ocho estudiantes en edades comprendidas entre los 13 y los 18 años dentro de las instituciones educativas de este país debido específicamente a que son víctimas del sexting.

Pero para quienes aún no conocen ese término es correcto tratar de precisarlo: si hacemos una pequeña búsqueda en internet, podemos encontrar que hace referencia hacia la toma de fotografías en actitud provocativa, con ropa o sin ella, con intención de enviarlo a una persona de confianza. Si nos atenemos a esta definición más de uno puede pensar con cierta seguridad que esto "no le va a pasar a mi hija", y es que nos basamos en el hecho de que con ellas compartimos normalmente información que viene acompañada de valores y guías que impedirán que ellas tomen malas decisiones.

Sin embargo no hemos caído en cuenta que en esta nueva modernidad, nuestras hijas son más vulnerables que lo que fuimos nosotros, vamos a tratar de analizar las razones.

Para empezar, debemos tener siempre presente que el cerebro del adolescente alcanza su madurez en la mujer hasta después de los 22 años (en el hombre es aún más lento ya que lo alcanza hasta los 30), lo que implica que de manera recurrente debemos indicarle a nuestros hijos jóvenes por ejemplo: la importancia de conducirse correctamente ante la sociedad, evitar acciones que les pudieran poner en riesgo, que aprendan a actuar ante situaciones como el alcohol con las drogas entre otros.

Esta situación repercute especialmente en el hecho de que los jóvenes tienen dificultades para entender las consecuencias de sus actos, en el caso concreto del sexting, muchas de sus víctimas han confesado que se prestaron a estas acciones por presiones de grupo, la necesidad de afecto o pertenencia.

Por otra parte la combinación entre redes sociales y sexualidad se torna en una condición se puede salirse de control ya que el aparente anonimato, acompañado de la natural carga hormonal y la sensación de aventura y búsqueda de una pareja forman un caldo de cultivo en donde potencialmente cualquier adolescente puede caer.

Debemos tener presente que nuestras hijas tarde o temprano van a vivir experiencias sexuales y, aunque no queramos, es preferible que las acompañemos con el debido respeto a su espacio e intimidad y también claro está con el compartirles nuestra experiencia en este aspecto importante de la vida adulta.

La mejor manera de poder apoyar a nuestras hijas a no ser víctimas ni tampoco victimarios del sexting es trabajar especialmente en la prevención desde tres frentes: el hogar, la escuela y el aula.

En el hogar nos encontramos con el espacio más crítico pero que a su vez es el menos preparado para enfrentar este tipo de temas; desde el hecho de que hablar abiertamente de sexualidad en una relación madre (o padre)-hija representa un tema tabú por sí mismo, debemos de abordar temas relacionados con amor, protección contra las enfermedades o embarazo no deseado, que afortunadamente son tópicos que ya conocemos debido a nuestra edad, pero encima de ello, ahora tenemos que discutir abiertamente otros que no fueron parte de nuestra generación como el sexting, grooming o sex-casting.

Nadie habla de lo que no conoce, por lo mismo el primer paso es aprender ya que nuestro papel de padres en la era de los millenials nos exige que sepamos cómo se producen los fenómenos arriba mencionados, cuáles son sus características y sus riesgos. La buena noticia es que cualesquiera de estos fenómenos pueden ser prevenidos en gran medida con un alto nivel de comunicación con nuestra hija, permitir que ella pueda confiar en nosotros y por nuestra parte reducir al mínimo actitudes que puedan ser evaluadas negativamente, esto es, debemos ser muy receptivos y empáticos así como también utilizar nuestra madurez en nuestro favor para comunicar asertivamente los valores familiares y especialmente la importancia de mantener el futuro de la imagen de nuestras hijas bajo resguardo.

Sin embargo las palabras no son suficientes, ya habíamos hablado del tema de la madurez cerebral y esto significa que debemos seguir las palabras a las acciones: temas como el mantener la computadora en un lugar común, el revisar el comportamiento de nuestros hijos en las redes sociales (hay que aclararlo de una vez, eso no es invasión a la privacidad, ya que las redes sociales son lugares comunes y por lo tanto también nosotros podemos participar como espectadores, esto nos dará una idea más precisa del comportamiento de nuestros jóvenes con sus amigos), pagar la cuenta del teléfono móvil son algunos casos prácticos que ayudan a reducir el riesgo del sexting.

Pero un espacio que también puede participar activamente en la reducción de este riesgo es la escuela o la universidad, afortunadamente en las escuelas públicas de nivel medio superior cuentan desde hace un par de años con recursos para mantener un departamento de orientación escolar (DOE), que entre sus atribuciones se encuentra el promover acciones de salud sexual mediante pláticas tanto con los docentes como con los alumnos, cuentan además con procedimientos de acción en caso de detectar un incidente y llevan estadísticas que permiten precisar el tamaño del problema a nivel nacional.

Asimismo hay universidades que cuentan con centros psicopedagógicos que desarrollan campañas para hacer conciencia entre los jóvenes de que la violencia en el noviazgo va más allá de los golpes o las palabras, cuentan con psicólogos que pueden realizar evaluaciones psicológicas a nuestros jóvenes en aras de mejorar su desempeño afectivo-social y participan en actividades en conjunto con la academia para reforzar valores sociales.

Finalmente en el aula las acciones de prevención vienen acompañadas de la imagen del docente frente a sus alumnos, es válido corregir a los universitarios cuando hacen comentarios de corte sexista (hace tiempo le llamé la atención a un par de alumnos que hacían burla de una compañera debido a la cantidad de novios que había tenido), no importa si la clase que se imparte es de física o de literatura, el docente nunca debe permitir que los alumnos molesten a sus compañeras y menos si se trata especialmente de temas sexuales.

Considero que es momento en que podamos ofrecerles a nuestras hijas un alto nivel de seguridad personal si las dotamos de información, seguimiento pero especialmente amor. No dejemos de insistirles la importancia del cuidado de la imagen, este esfuerzo nunca será vano ya que, recordemos una hermosa frase de Freud “la voz del intelecto es suave, pero no descansa hasta que ha ganado un oído”.

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