29 de Marzo del 2024

En busca de la ¿felicidad?

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

Hace poco vi un video (que me parece ya es viral) en el que Will Smith habla, desde un gimnasio, sobre las diferencias entre culpa y responsabilidad y los breves senderos a la felicidad.

Lo compartí en Facebook y lo revisé unas cuántas veces ya que, de cierta manera, me parece un poco arriesgado lo que dice.

Sin afán de criticar a Will Smith (no es mi postura ), me gustaría acentuar algo que me parece que no me agrada demasiado.

Hace unos textos atrás decía que hay discursos que solemos dar con gran entusiasmo y que no advertimos la energía que de ellos emana. Decía también que hay algunos escritores o gente que da discursos que me parecen sospechosos por todo aquello que pronuncian. Me refiero, claro está, a cuestiones de superación, autoestima, etc.

No soy docto en el tema y aunque a veces cuente con una energía desbordada para hacerle pensar a mis lectores, amigos, amigas, familiares y pareja de que nosotros, efectivamente, somos responsables de nuestra felicidad, también intento ver la otra parte porque la vivo constantemente.

Coincido totalmente con lo que Will Smith dice en el video. Nuestra vida, nuestro corazón, nuestra felicidad, es nuestra responsabilidad y menciona que cometemos el grave error de señalar culpables (lo cual, me parece, es el meollo del asunto) y que eso nos quita demasiada energía. Pone él un ejemplo: si el padre es alcohólico y abusivo, no es culpa del chico o chica pero que el chico o la chica tienen la responsabilidad de ver cómo lidiar con ese trauma para resolverlo y llevar una vida feliz.

En el discurso suena sumamente lindo y alivia demasiado, sabernos responsables de nuestra felicidad es algo que de alguna forma estamos recuperando. Antes más, ahora no sé, creo que la felicidad se delegaba a un Dios, a la pareja, a la familia, a los sueños pero siento que ni siquiera ese es el tema válido. Dice Will Smith que nosotros, si tenemos traumas, debemos de ver cómo resolverlos para llevar una vida feliz, ¡ese es el punto que me agobia un poco! y me detengo un poco ahí.

¿En realidad sabemos cómo lidiar con ciertos traumas? Creo que podemos sobrellevar la vida aun con los traumas pero, por experiencia propia, el creer que podemos anularlos, lidiar con ellos o enterrarlos es un tanto equivocado.

Para quienes hemos vivido eventos traumáticos sabemos que es una lucha constante el día a día el tener presentes tales episodios. Los traumas no se disuelven y creo (insisto, creo) tampoco se superan. Mi pregunta es, quienes vivimos sucesos harto dolorosos y convivimos con las sombras de los mismos ¿conocemos realmente la felicidad o sólo esperamos obtener tranquilidad?

Hace unos años leí en el periódico que los niños que perdieron a sus padres debido a asesinatos están con deseos de venganza. A esos chicos ¿podríamos darles el mismo discurso de Will Smith y cambiaría su perspectiva de vida al saberse responsables de su felicidad cuando, en realidad, les arrebataron una gran parte de ella? Considero que ese discurso, como el de muchos otros, es un poco arriesgado.

Creo que es válido tener ciertas emociones relacionadas a la culpa y también es válido ser responsables de nuestra vida. La culpa, creo, de alguna forma es una alerta de conciencia a la que debemos atender. También hay situaciones que suceden y no podemos adoptarlas como nuestra culpa. Las religiones nos han hecho creer en nuestro camino como una serie de culpas y eso, creo yo, no tiene ningún sentido. Ni se diga de la moral ni de la ética ni de los preceptos culturales, familiares, institucionales, etc.

Hay un gran error en todo este parámetro del concepto de “felicidad”. En las librerías hay incontables textos que nos dicen qué es la felicidad y, los que he leído, me pintan casi siempre un panorama mágico y poco comprensible porque, aun con todo lo que se pueda decir, la felicidad para todos es totalmente distinta como la vida misma.

Sé, por ejemplo, que tengo una vida genial, que mis días están constantemente envueltos en bendiciones y agradezco infinitamente por ello pero, de vez en cuando, cuando aparecen los rostros, palabras o sacudidas de mis eventos traumáticos no sólo me sumerjo en ellos, me agotan demasiado y por ello, cada día pienso que probablemente sería muy distinto mi concepto de felicidad si pudiera no vivir con los traumas. Mi responsabilidad está en tratarlos (tratarme) y sí, pensar que yo no tuve la culpa pero tampoco quiere decir que eso jamás me haya sucedido.

¿Cómo puedo pensar en la felicidad si una parte de mí se trastornó en la infancia? Y entonces ¿qué debo hacer?

Mi psicóloga y mi guía zen me hicieron saber que es mejor tratar ciertos traumas desde la aceptación de los mismos, el reconocimiento de los mismos (sensaciones, pensamientos) sin pensar en la felicidad, más bien pensando en sanar. Y entonces, ahí la clave.

No hay culpa ni nada por el estilo pero eso no quiere decir que el trauma y sus sensaciones y las producciones mentales no existan. El sentido va en función de que, como dicen, una persona sana es una persona feliz y, en mi caso, mentalmente no puedo estar totalmente sano porque ocurrieron (y me generaron) trastornos con los que convivo desde la infancia.

Cuando platico con mi psicóloga o medito, cuando camino o platico con mi pareja, con mis geniales amigos y familia, disfruto porque desde su energía, me ayudan a sanar y me entregan, eso sí, una percepción sensorial y emotiva de lo que pudiera ser la felicidad para mí, es decir, sanando me sé feliz.

Creo que para quienes llevan una vida como dijeran, normal, se puede lidiar con menos bloqueos o límites aunque tampoco descarto lo difícil que puede ser, sin embargo, para quienes convivimos con los reflejos del trauma sabemos que gran parte de nuestra energía diaria se va hacia ese lugar que deseamos que jamás existiera... pero lo aceptamos.

Concluyo: he estado viendo que todavía hay mas videos de Will Smith tratando temas de superación y de auto reflexión y eso se me hace increíble, más porque admiro mucho al actor y sé que lo que expresa mueve demasiado y mueve bien y me gusta mucho que le estén apostando al mensaje positivo pero sí me gustaría añadir que también es válido descreer de ciertas cosas y que, si bien la postura de estos discursos se basa en el mensaje de lo sencillo que es vivir y la “búsqueda de la felicidad”, para otros nos es no sólo un camino de pasos temerosos y angustiosos, también de miedo y soledad, intranquilidad, ansiedad y de muchos, demasiados intentos para continuar.

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