25 de Abril del 2024

Para desarrollar investigación, también necesitamos investigadores

Por Martín Ochoa / /

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Es cierto que uno de los grandes retos en los que se encuentra nuestro país es el fomento a la investigación así como el desarrollo de tecnología que además pueda ser patentada. También lo es que, aunque dentro del discurso político oficial, el apoyo de la ciencia y la tecnología siempre incluyen algunos puntos del PIB, la realidad es que en este sentido las políticas públicas siempre quedan a deber.

La concentración de los proyectos de investigación en ciencia y tecnología se promueve especialmente en las universidades públicas, aunque desde hace un tiempo se ha tratado de corregir esta tendencia mediante programas que también integran la investigación en institutos, universidades privadas y dentro de la iniciativa privada. Esta acción tiene a bien el reconocer que las actividades propias de investigación y desarrollo no deben ser exclusivas de los campus universitarios además de que también fortalece la idea de que, para desarrollar tecnología, el involucramiento de la iniciativa privada se convierte en una estrategia fundamental.

Podríamos comparar nuestros resultados de promoción para la investigación con aquellos obtenidos por otros países pero infortunadamente nos encontraríamos con resultados desagradables: en la última década países como Corea y Singapur han decidido invertir –en comparación con México-, cada vez más recursos en proyectos de investigación y desarrollo. Un punto realmente interesante en esta experiencia es que estos países no se limitan a realizar una inversión de manera puntual en la investigación sino que ejecutan un esfuerzo continuo para desarrollar elementos humanos que sostengan sus investigaciones en las siguientes décadas.

Considero que este es uno de los grandes problemas con en el que nos enfrentamos en nuestro país; de manera tradicional concluimos que nuestra pobre producción científica se debe al bajo apoyo económico que reciben nuestros investigadores, y aunque en parte esta afirmación es correcta, también debemos tener claro que falta desarrollar las condiciones necesarias para que nuestros estudiantes también volteen hacia la investigación como un probable proyecto de vida.

Y es que si hacemos una encuesta, por ejemplo en la preparatoria, nos encontraremos con que los estudiantes piensan que la investigación es una actividad reservada sólo para “la gente inteligente”, y que además los campos de investigación son las ciencias duras como las matemáticas o la química. Evidentemente este es un paradigma que tiene que ser modificado desde la educación media superior, para ofrecerles a nuestros estudiantes una idea alternativa a su perfil profesional futuro, mostrarles desde este momento que si es posible ser investigador se puede convertir en un objetivo de vida para muchos de ellos.

Efectivamente, quienes nos dedicamos a la investigación no somos las personas más inteligentes del país, así como también es un hecho que no todos los investigadores nos dedicamos a las ciencias duras. La imagen del científico que se encuentra encerrado en su laboratorio no deja de ser más que un cliché. Actualmente, quienes nos dedicamos a la investigación, debemos tener redes de investigadores quienes también contribuyan en el análisis de nuestros resultados, debemos contar con grupos de estudiantes quienes participen en el seguimiento a los resultados obtenidos, que además sepan investigar, escribir un trabajo que será publicado en una revista arbitrada y especialmente que deba tener perfil docente.

Y es que no se puede concebir a la investigación si es que esta no está acompañada de la difusión de resultados, esto requiere que el investigador además posea las competencias necesarias para transmitir y fomentar la construcción del conocimiento.

Hace unos años tuve la oportunidad de dirigir al equipo de mi preparatoria en un concurso de olimpiada matemática; sobra decir que fue una experiencia motivante y enriquecedora, en aquel momento me encontré con un alumno quien tuvo buenos resultados en este evento y me manifestó que quería ser matemático.

Por mi parte lo impulsé para que continuará con esa idea, pero también le aclaré que el camino de las matemáticas está fuertemente acompañado de la enseñanza. Basta mencionar que a él no le gustó mucho esta idea, me confió que la razón de ello estriba en que un maestro universitario –conocido nuestro-, le sugirió que aquellos qué se dedican a la docencia no son buenos profesionales.

Este es otro error de concepto que en muchas ocasiones transita por los pasillos universitarios, resulta muy difícil afirmar y sostener la idea de que el futuro de un mal matemático es ser un docente, de hecho lo que sí puedo afirmarles es que un buen matemático también debe tener un buen perfil docente. La docencia no está peleada con la aplicación en campo de nuestra licenciatura, hemos quienes antes de ser docentes practicamos nuestra especialidad y después decidimos continuar por el camino de la enseñanza y posteriormente por la investigación.

La formación de futuros investigadores comienza desde la preparatoria, desde ese tiempo se pueden identificar a aquellos alumnos quienes sientan pasión por una especialidad, aún recuerdo con mucho cariño a amigos de la preparatoria quienes ahora se dedican a diversos campos de la investigación: excelentes médicos, muy buenos abogados, ingenieros geniales, docentes espectaculares y matemáticos brillantes. En lo que todos coinciden cuando les pregunta acerca de su desarrollo profesional es que hubo un momento en dónde se toparon con un docente estimulante quien además los impulsó a buscar alternativas en sus respectivas investigaciones y también le sugirió a continuar sus estudios apoyándose en una beca de CONACYT.

Y aquí llegamos la última parte de mi reflexión: dentro de nuestro papel como docentes universitarios deberíamos tener presente que en nuestras aulas también hay futuros investigadores, por lo que tendríamos que proveerles de información para la adquisición de becas ya sean nacionales o en el extranjero, promover en ellos el desarrollo el idioma inglés y, por supuesto, la pasión por el trabajo duro.

Algunos de mis alumnos me han preguntado cómo es que ellos podrían ser investigadores mi respuesta es siempre la misma: para ser investigador no necesitas ser el más inteligente, ni tampoco quien saca las más altas calificaciones; lo que si necesitas es tener pasión por el conocimiento y un compromiso personal por el trabajo continuo. Si acompañamos estas características con un profesor investigador serio y comprometido con la verdad, estaremos en las puertas de la creación de investigadores innovadores, creativos que se forjarán su prestigio por la calidad de sus respectivas investigaciones.

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