24 de Abril del 2024

El amor (la la land) que no es

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

Hace poco volví a ver la película “La la land” con mi novia y me di cuenta que no sólo usa el jazz como pretexto (creo que hay más jazz en los Aristogatos o en la Pantera Rosa) sino que la historia es sumamente torpe.

Hace un año, regresando de Europa, la vi y me descargué en llanto porque recién había salido de una relación demasiado hiriente y me hizo recordar que muchas personas realmente desean o necesitan parejas cobardes.

A lo que voy es que la historia que se nos narra ahí es eso, una historia de un amor que pudo ser pero que se prefirió mil veces el éxito individual o la conquista de los sueños o esos rollos del ego en vez de compartirlos o luchar como eso, como una pareja.

El discurso es terriblemente vacío y el final carece de sentido: lo que pudo ser jamás será porque nunca realmente quisieron que sucediera.

Estos discursos sobre el amor tienen debilidades que al momento nos parecen inevitablemente románticas e ideales. Discursos como “esperaré todo lo que tenga que esperar para estar contigo” o “nos encontraremos nuevamente y el futuro será nuestro” o “seguramente el tiempo nos dará la razón y volveremos a estar juntos” me parecen demasiado terribles como para creerlos. Ojo: el tiempo en esta vida es un lujo.

Hace años por supuesto que me creía todo eso. De más está decir que vi hasta el cansancio “Eterno Resplandor de una Mente sin recuerdos” y “Los Amantes del Círculo Polar”, por nombrar algunas películas, o bien “El amor en los tiempos del cólera” o “Rayuela” por nombras algunos libros. Ampliamente me veía en relaciones así, donde se suscitaba más el ideal que la realidad, donde las emociones eran para desgastarse en vez de vivirlas y compartirlas para sentirse plenamente feliz.

Después de agotadas relaciones y de tonterías mentales me di cuenta (después de muchos, muchísimos años) que ese amor romántico, ideal, soñador, es muy lindo únicamente para eso, para las películas o libros pero en la realidad es cruel, terrible y agotador. Pensar el amor apasionado desde el fracaso no es ni idealmente positivo ni lindo, es absurdo. Mi pregunta es ¿por qué sufrir el amor?

Muchos conocidos me han preguntado qué hacer con la persona que aman pero que no pueden estar con ella/él. Mi respuesta ha sido la de siempre, ve por ella/el y dile lo que sientes. La mayoría de las veces me responden “no estamos preparados aun para estar juntos” o “ha pasado tanto tiempo de no saber nada de ninguno que me da miedo el rechazo o salir herido/a”. Entonces no hay amor valiente sino puro ideal en la pausa de la cobardía. Algunos hasta me han dicho que es preferible conocer a otras personas y así, en un tiempo, contemplar si eran en realidad el uno para el otro... ¿Pueden compartirse de esa forma? (aquí no hablo en ningún sentido de las parejas abiertas).

Algunos otros, cual La la land, me dicen que sus caminos o sueños han sido distintos y no pueden estar con esa persona que “aman” y mi pregunta es ¿te vas a ir de gira por 20 años y no puedes estar con esa persona? O ¿se va a ir a la luna y va a estar 70 años habitándola y por eso es imposible? Lo más chistoso del asunto es que, casualmente, cada que me topo con esas personas sale el tema y veo la imposibilidad que tienen por olvidar, veo las ganas que tienen de estar con esa persona pero que por cobardía decidieron hacerla a un lado por sus “sueños” o sus “caminos profesionales” o la distancia o esos pretextos que efectivamente anulan todo tipo de voluntad.

Hace muchos años tuve un tipo de relación así y digo tipo porque en ningún momento tuvimos una relación total porque, claro, había mucha cobardía y mucho romanticismo insulso. Durante un buen tiempo (me da vergüenza decir la cantidad de años) me la pasé esperándola. Recuerdo haberle escrito multitudes de páginas románticas, haberla procurado con demasiado amor y claro, yo obtuve la respuesta de “aun no es el momento”. Supe todo de sus parejas anteriores, me contaba absolutamente todo de su vida amorosa y yo, claro, me preocupaba por su tristeza y hacía a un lado mi dignidad para no “herirla”. La friendzone a todo lo que da. Un día me harté y le dije todo lo que sentía, tanto lo bueno como lo malo, le ofrecí el paraíso y el infierno y ella únicamente me dijo que se había dado cuenta “apenas” que en realidad lo nuestro jamás iba a suceder. Fin de la historia.

Aquella noche llegué a ver a mi madre que tenía los días contados y me dijo que merecía ser feliz, que puedo alcanzar lo que es mío y lo que no, no hacía falta forzarlo, no hacía falta idealizarlo, que la realidad es única y es bella y que cuando alguien me llegara a amar lo iba a saber porque jamás pondría pretextos para sus emociones y que yo se lo correspondería de la misma manera.

Otra pareja que tuve, después de herirme en demasía y tras decirle que ya no podía continuar donde no me amaban y que me iba totalmente de ese hogar que habíamos construido “juntos”, me dijo que era un cobarde por no quedarme a luchar por su amor y le dije que no, que lo mío era un acto valiente porque por amor no se lucha como en las películas de Disney o en las series inverosímiles como How I met your mother, el amor se da en proporciones magnificas en quienes lo viven y en quienes desean compartirlo, no en quienes ponen cantidades inefables de trabas, de problemas mentales o de defensas añejas y absurdas. Ni el rogar ni el pedir amor todo el tiempo son actos lindos, son actos que nos degradan y que también nos dan múltiples respuestas. ¿Por qué matarse en donde no hay amor?

Dejo dos frases que me parecen geniales de Pablo Arribas de su libro “El universo de lo sencillo”. La primera dice “Nadie debería enamorarse de alguien que, tras el tiempo suficiente, no sea capaz de decirte: Mi apuesta eres tú. All in. Todo el mundo merece escuchar, al menos, un ¿sabes qué?, me la juego contigo.

Y la segunda: El coraje es la fuerza del amor al servicio de la consciencia. Y es que coraje y amor son atributos que se ven en el espejo: el que ama, arriesga y el que arriesga, ama.

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