Ayer, la Policía Federal Preventiva recuperó 10 toneladas de productos robados a camiones de carga.
Se trataba de 10 toneladas de artículos electrodomésticos robados que seguramente serían vendidos en un algún lugar.
Los productos estaban valuados en medio millón de pesos y esperaban a ser revendidos.
La pregunta es… ¿dónde los comprarían?
Y la respuesta no es tan complicada.
Ahora el Centro Histórico de Puebla, es un lugar consentido a donde la carga robada en los caminos hacia Veracruz, Oaxaca, Tlaxcala y Ciudad de México.
Antes, algunos ladrones de poca monta robaban todos los cigarros que podían en cualquier atraco a una tienda de conveniencia.
Esos montones de cigarros eran comprados por los comerciantes ambulantes quienes aprovechaban la ganga y conseguían el producto a la mitad de precio.
En las calles del centro de Puebla podían venderlo al precio regular y sacar su ganancia.
Ahora, copiando este mismo esquema, los comerciantes ambulantes del Centro Histórico han comenzado con la compra de mercancía robada.
A Puebla, llega la carga robada y es enviada directamente a los líderes que pueden pagarla.
Entonces, ahora tenemos que sumar la venta de carga robada en el Centro Histórico a los temas y ecosistemas criminógenos que ya existen en la zona.
Así como la trata de personas, el narcomenudeo, el robo a transeúntes, el robo a pasajeros de transporte público y un largo etcétera.
De hecho, la balacera del pasado 16 de abril solamente dejó en claro que en el Centro Histórico camina una hidra, ese animal mitológico de mil cabezas.
Al que le cortan una y le salen tres más.
Las bandas en la ciudad se han multiplicado y ven ese territorio, las calles del Centro Histórico, como la joya de la corona.
¿Por qué será tan atractiva la zona para estas bandas?
Quizá por que abunda la ilegalidad.
Y sobre todo, se tolera.
