19 de Abril del 2024

Otra vez víctima de la delincuencia

Por Yonadab Cabrera / /

yonachinguen ident

Y heme aquí, denunciando una vez más que fui víctima de la delincuencia. Cinco veces para ser exacto en menos de un año.

Sí, necesito una limpia con huevos urgente, pero tendrían que ser los huevos del negro del Whatsapp porque de otra forma no veo que mi suerte vaya a cambiar.

Todo empezó el pasado miércoles a las 7:30 de la noche. Como todos los días, me disponía a salir corriendo de CENTRAL para llegar a “Los Troles” y como desde aquella vez que me robaron las llantas, los espejos y de nuevo las llantas, ya reviso el Suertudo —mi March blanco— para ver que no le falte un espejo, los dos espejos, una llanta o las 4 llantas.

Le di una vuelta completa y no vi nada, todo estaba normal. Me subí al Suertudo y arranqué. De pronto un ruido extraño se escuchó en la cajuela, en alguna parte trasera del carro. Miré por el retrovisor y ahí estaba, eran unas lucecitas brillosas de diurex metálico con el que forré mi bat de Harley Queen para atacar a los villanos.

Ya saben, uno debe de traer alguna arma por si se necesita y que mejor que un bat de Harley Queen para hacer frente a los delincuentes o aquellos gandallas que circulan por las calles de Puebla.

Sí, ya sé, violencia genera más violencia y mientras yo cargo un súper poderoso bat de Harley Queen, alguien más carga una súper pistola, pero no importa el caso es que siento que esa arma blanca me da poderes y siento que me vuelvo elástico, hábil, flexible y gimnasta.

—¿Qué hace el bat ahí? ¿No debería estar en la cajuela? ¿Fue suficiente el madrazo que le di al carro al pasar el tope que el bat cayó hasta el entrepaño?— fueron algunas interrogantes que me hice una y otra vez por cuestión de segundos hasta que lo comprendí.

—¡Puta madreeeeee, me abrieron el carro!— deduje en cuestión de minutos.

Manejé desesperadamente hasta llegar a Cambio, parecía Toreto, Lety o algún personaje de Rápidos y Furiosos; sí, estaba muy furioso y lo peor es que no sabía qué se habían llevado los malditos rateros, situación que más ansiedad e incertidumbre me daba.

—¡Quítense pendejos— les gritaba a los pobres feligreses que se me atravesaban sin deberla ni temerla, un terrible coraje, una terrible ira invadían mi cuerpo, quería tomar el bat y convertirme en Harley Queen. Fueron los 5 minutos más largos de mi vida.

Por fin llegué a Cambio, abrí la cajuela. Estaba la sábana sucia, el trapo sucio de cocina, las bolsas para basura, la misma basura que está allí desde hace dos semanas, el cordón azul, pero no estaba mi maleta de gimnasio, la que me regaló mi amiga Dania en mi cumpleaños, se llevaron la maleta y todo lo que adentro había.

Shampoo, desodorante, sandalias, mi short favorito, mi playera de ejercicio favorita, mis mocasines naranjas que tomé a cuenta de una deuda que alguien tenía conmigo, mi protector solar, bata de baño, traje de baño, calzones, mi loción favorita y hasta un peine.

Tampoco estaba mi kit de natación que me regaló la buena y siempre dulce amiga Viridiana Lozano el día de mi cumpleaños.

Por supuesto hice mi Regina George —¡Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooo! ¡Malditos raterooooooooooos!— grité y bufé del coraje.

Moraleja: Ya ni llorar es bueno.

Moraleja 2: Presenten al negro del Whats para que me haga una limpia con huevos.

¡Claro! Chinguen al guapo.

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