24 de Abril del 2024

Un bonito viaje a Tehuacán

Por Yonadab Cabrera / /

yonachinguen ident

Cuando decides emprender una exhaustiva investigación periodística en contra de un pobre hombre clase mediera, con un castillo, infinidad de propiedades, un edificio y viajes al extranjero, Dios decide castigarte y de qué forma.

Aún no logro entender por qué el karma me alcanzó nuevamente. Y ahora pienso que el karma solo llega a los ciudadanos comunes como tú y como yo, pero no a señores como Miguel Barbosa que han robado toda la vida y encima tienen el cinismo de negarlo.

Bien aplica ese viejo y conocido dicho que reza: “Aunque te agarren con los calzones abajo, tú niega todo”, así Barbosa se la pasa negando todo, al rato hasta de su nombre se olvidará, lo malo es que no ha encontrado sanción, castigo divino, de la vida, la ley o la justicia, ante tanto enriquecimiento inexplicable.

Pero insisto, tratándose de uno, el karma siempre lo alcanza y de algo estoy seguro, en la tierra de Barbosa no soy profeta. Pues casi regreso a Puebla sin carro, sin dinero, sin dignidad y sin esperanza. O tal vez es la tierra y no soy yo. Espero no averiguarlo.

Todos a lo largo de la vida recibimos señales que nos indican que estamos dando malos pasos o pisando un terreno muy frágil, lo malo es cuando no atendemos a ninguna de estas señales.

Seña uno: el sentido contrario

Iba muy contento manejando por una avenida desconocida de la ciudad de Tehuacán. La mostra, Ernestina Fernández, se ha robado hasta el dinero para la señalética de las vialidades que solo los tehuacaneros saben si es sentido derecha, izquierda, arriba, abajo o doble sentido.

Transitaba muy acalorado cuando vi una inmensa fila, una interminable fila para pasar el semáforo y del lado izquierdo vi que todo un carril estaba vacío. Por supuesto, mi lógica me indicó invadir ese carril, pero jamás me avisó que se trataba de uno de sentido contrario.

De inmediato los automóviles que venían de frente se me echaron encima, los coches que estaban a la derecha ya no me dejaban meterme a la fila, tuve que avanzar casi hasta el semáforo y resultó que también era un crucero, por lo que no dejaba pasar a los carros, todos hacían circo, maroma y teatro para esquivarme y de plano un autobús me hizo ver mi suerte, casi me subo a la banqueta para que subiera.

La policía me iba a llevar, me mentaron la madre, los automovilistas no dejaban de tocar su clackson, los peatones se burlaban de mí y yo nervioso ya no sabía qué hacer, solo esperar a que el eterno semáforo cambiara a verde.

Seña dos: el golpe

Salía de un desconocido estacionamiento del centro de Tehuacán, ubicado justamente en los cines. A lo lejos una niña de unos 14 años observó que mi coche avanzaba hacia ella, el lugar era muy angosto o pasaba el coche o pasaba ella. Al darme cuenta de que me había visto dirigirme hacia ella, supuse que ella interrumpiría su marcha, pero no fue así, ni se quitó y solo se quedó congelada como los mosquitos que miran hacia la luz.

El resultado, le pegué con mi retrovisor derecho en su codo izquierdo, hasta lo dobló y por supuesto a ella le dolió que se sobó y sobó. He de confesar que me dio mucha risa, luego sentí pena por ella y temor de haberla fracturado, pero después se me olvidó por la risa y porque la culpa la tuvo la niña de 14 años no yo.

Señal tres: ser timado por una funcionaria municipal

Todo el servicio público en Tehuacán es muy obsoleto, los documentos que buscaba prometían mandármelos por mail en dos semanas, pero para una campaña dos semanas es una eternidad y como caída del cielo una muchacha se acercó y dijo: “Si quieren yo les hago su trámite rápido, denme su dinero y llámenme a la una”.

Tuve mis sospechas, lo dudé, tanta efectividad en tan poco tiempo no me daba buena espina, aunque mi “diablito” Osvaldo Macuil dijo que sí, que sí y que sí, aunque siempre me han dicho que todo lo que resulte fácil, gratis y sin esfuerzo es una estafa.

El caso es que Osvi me convenció, después de ese día ya no teníamos que regresar nunca más a Tehuacán y saldríamos con toda la información que necesitábamos. Victoriosos, nos fuimos a desayunar, a pasear, a enmotelar, nadar, correr por los floridos campos, tomarnos de las manos y girar. Sí, todo era risas y felicidad hasta que llegó la una de la tarde, le empezamos a hablar y la muchacha apagó su teléfono.

Entramos en pánico, eran 3 mil pesos perdidos, cómo íbamos a explicar que habíamos perdido el dinero, que habíamos ido a Tehuacán a perder todo el día sin ningún resultado, sin nada a cambio más que la satisfacción de haber pasado un bonito día en pareja... de reporteros como “Dos chicos de cuidado”, “Dos policías rebeldes” o “Viruta y Capulina”.

Después de tres horas y acechar a la muchacha por fin la encontramos: “disculpen estaba en una reunión, pero aquí está lo que buscaban”.

Moraleja: el karma siempre alcanza a los ciudadanos honestos, a gente como Barbosa hasta lo hace candidato al gobierno.

¡Claro! Chinguen al guapo.

Publicidad