Saturday, 20 de April de 2024

Vida y Estilo

Cuando tu mascota se muere se te puede romper el corazón

- Foto: Especial

Una mujer sufrió el síndrome del corazón roto tras fallecer su yorkshire. El caso acaba de ser publicado en el New England Journal of Medicine

Por Muy Mascota /

La pesadilla de Joanie Simpson comenzó una mañana temprano en la que se despertó con un fuerte dolor de espalda y pecho. En cuestión de 20 minutos, Joanie estaba en las urgencias de un centro de salud local desde donde fue trasladada por vía aérea a un hospital en Houston. Los médicos estaban preparados para recibir a una paciente con los signos típicos de un ataque al corazón.

Sin embargo, las pruebas hechas en el Memorial Hermann Heart & Vascular Institute -Texas Medical Center revelaron algo muy distinto, pues las arterias no estaban bloqueadas. Lo que realmente aquejaba a Simpson era una afección con síntomas muy parecidos a los de un ataque cardíaco llamado miocardiopatía Takotsubo, que suele suceder después de una intensa experiencia emocional como la pérdida de un cónyuge o un hijo. Por eso se le conoce por su nombre coloquial: síndrome del corazón roto.

En el caso de nuestra protagonista, la situación que desató que se le “rompiera el corazón” fue el fallecimiento de su perrita yorkshire, Meha. “Estaba casi inconsolable”, declaró. “Realmente me lo tomé como algo muy, muy duro”.

La experiencia de Simpson en 2016 aparece esta semana publicada en el New England Journal of Medicine, no por el papel decisivo del perro, según cuenta Abhishek Maiti, uno de los médicos que la atendieron, sino porque el suyo fue un caso “muy conciso y elegante” de una condición fascinante que las investigaciones al respecto consideran muy real y hasta fatal. Aunque no es el primer caso publicado que relaciona el síndrome del corazón roto con el estrés por la muerte de una mascota, subraya algo que muchos dueños ya saben: que el duelo por las mascotas enfermas o fallecidas puede ser tan visceral como el de los humanos.

Cada vez existen más investigaciones que apoyan esta idea de la que se hizo eco un estudio reciente que encontró que los humanos cuyas mascotas tenían enfermedades crónicas, presentaban niveles más altos del síndrome conocido como “sobrecarga del cuidador”, estrés y ansiedad. Se les quiere tanto que es inevitable no pasarlo mal cuando ellos están mal. Otro estudio publicado en el New England Journal of Medicine, en 2005, se sumó a aquellos que apuntaban a que una avalancha de hormonas del estrés podría "aturdir" al corazón y producir espasmos en personas sanas.

A Joanie Simpson se le juntó todo. En lo que ella llama su “episodio” su hijo tuvo que hacer frente a una operación de espalda, su yerno se había quedado en el par, la venta de una propiedad resultó ser larga y complicada y su perrita Meha, de 9 años, sufría de insuficiencia cardíaca congestiva. Pasaron los días y Meha empeoró hasta el punto en que en mayo del año pasado Joanie la llevó a la clínica veterinaria para que la sacrificaran. Sin embargo, cuando llegó el día, la perrita mejoró y Jonie canceló la cita. Meha murió al día siguiente y no precisamente en paz. “Fue terrible tener que presenciarlo”, recuerda Simpson. “Cuando ya estás mal por otras cosas, es como si pusieras un ladrillo en una balanza. Es decir, todo te pesa”.

La perra era como una hija para ella. Adoraba saltar a la piscina y cuando Joanie y su marido hacían comida a la parrilla los viernes noche, a Meha le preparaban su propia hamburguesa. “Los niños crecieron y se fueron de casa por lo que ella era nuestra niña pequeña”, declaró esta jubilada de 62 años.

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