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Tragedias

Crónica: Elías Vázquez, el niño que murió a unos días de festejar su fiesta de tres años

- Foto: Especial

Elías Daniel Vázquez Ibáñez era un niño de dos años 10 meses ilusionado por cumplir su tercer aniversario en julio. Este jueves, sus familiares y amigos lo enterraron al son de la canción ranchera “Duérmase mi niño, duérmase ya”.

Por Karen Meza/ @KareMeza_

/ Quecholac, Puebla

Una fila de globos de sus caricaturas animadas, Bob Esponja, Toy Story y Spiderman. Un niño vestido de santo, con túnica y mitra bajo una cobija azul de bebé. El suelo grisáceo de restos de polvo de calles sin pavimentar. Una madre desolada por perder a su único hijo. Una abuela muda. Una hermana que no aguantó el dolor y que cayó al piso inconsciente.

Elías Daniel Vázquez Ibáñez era un niño de dos años 10 meses ilusionado por cumplir su tercer aniversario en julio. Este jueves, sus familiares y amigos lo enterraron al son de la canción ranchera “Duérmase mi niño, duérmase ya”, después de que fue abatido por un impacto de bala en el corazón de unos asaltantes que les quitaron la camioneta Ford Ranger de color blanco que conducía su padre el pasado 2 de mayo en la autopista México-Puebla.

VER: Tragedia: Le roban la camioneta a una familia en la México-Puebla; violan a dos mujeres y matan a un bebé

Su pueblo, Santa Catarina Villanueva en el municipio de Quecholac está de luto. Hasta el niño más pequeño lloró. Los jóvenes que salieron de la escuela montaron guardia fuera del panteón en su honor. La vecina dejó de lavar su ropa. Los hombres de labrar la tierra y pastorear sus animales.

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Jóvenes entre 10 y 12 cargaron el cuerpo del niño, visible ante toda su comunidad que anhelaba el gran festejo de sus tres años que festejaría en julio en la casa de sus abuelos. Ya estaban listos los preparativos del festejo.

Elías Daniel vivió los pocos días de su corta vida en Chachapa, Amozoc, después de que su padre Hilario Vázquez firmara un contrato de albañil en la empresa “Home Depot”.

“Eli” –como le decían de cariño sus padres– era amante de las caricaturas, de los cochecitos y disfrutaba tanto viajar los fines de semana a la comunidad de su padres en Quecholac para jugar con su primos y los niños de la zona, abatida por la pobreza y la falta de empleo.

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Mi cuñado y yo logramos salir del pueblo. Aquí no hay trabajo. Nos aceptaron en una constructora que hace trabajos de pega-azulejos a la empresa de “Home Depot” y nos fuimos a vivir a Puebla pero todos los fines de semana regresamos a ver a nuestra familia, nuestra gente”, dice indignado Ramón Ibáñez quien pidió que a su familia no se le vincule con el robo de combustible.

Un párroco que condena la maldad e invita al perdón. Una fila de niños llorando en la iglesia. Una comunidad se concentra en el templo. Una fuerte ráfaga de viento detiene a la multitud que acompaña a Elías en su última morada hacía al panteón.

La canción de despedida del niño de dos años es una dedicatoria de su padre. La letra de “Duérmase mi niño, duérmase” exclama en una de sus estrofas: “Yo lo quiero mirar (a mi hijo), poco a poco crecer hasta alcanzar una nube/ Yo quisiera que Dios les regalara/ Yo quisiera que Dios les regalara un distinto mañana”.

El pueblo grita justicia

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Después del sepelio de Elías, los vecinos y familiares gritaron con toda su fuerza la palabra “justica” y condenaron la versión circulada por el gobierno estatal en la que señalan que son huachicoleros, por estar relacionados con el robo de hidrocarburo.

Entre cerros, la comunidad de casi 3 mil 500 habitantes condenó los hechos de violencia en el estado.

Se maneja una noticia de ajuste de cuentas cuanto es un tema de inseguridad. Nuestro delito es solo ser pobres, salir a otras ciudades para trabajar. Han mutilado a mi familia, han destrozado a mi comunidad, nos han indignado. El gobernador del Estado (Tony Gali) está tan presionado que manda a decir que somos delincuentes, no lo somos y están rebasando la inseguridad al gobierno”, dijo Carlos Vázquez abuelo de Elías.

Vázquez reiteró lo publicado por PÁGINA NEGRA al destacar que el pasado primero de mayo la familia Vázquez aprovechó el puente vacacional para viajar a la Ciudad de México a visitar a los padrinos de su hijo Elías, que en próximas fechas cumpliría tres años.

La madrugada del día siguiente regresó a Quecholac y fueron asaltados sobre la autopista México-Puebla cuando bajaron la velocidad en busca de un lugar donde hacer sus necesidades fisiológicas, antes de llegar a la caseta de San Martín. Los atacantes mataron al pequeño de solo dos años y violaron a la esposa e hija de Hilario.

La camioneta estaba descompuesta de la puerta, no abría, cuando llegaron los asaltantes creyeron que se resistían al asalto y los destrozaron matando al niño, violando a las mujeres.  Y ya no exigimos al gobernador para que dé la cara por la inseguridad, dejamos que todo se arregle con el de allá arriba”, reiteró Carlos Vázquez.

Hilario y su familia caminaron por más de un kilómetro descalzos hasta la caseta para pedir ayuda. Estaban desconsolados y en shock pues en el camino cargaron el cuerpo de su pequeño hijo.

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VER: La familia Vázquez fue a la CDMX a ver al padrino de su hijo; a su regreso encontró la muerte

La población dijo que no por vivir en el Triángulo Rojo significa que las familias estén involucradas con los huachicoleros, incluso, aclararon que han sido víctimas de estos delincuentes pues les han robado las camionetas que usan para labores del campo.

La familia aclaró que sólo recibieron un apoyo de 2 mil 500 pesos de la presidencia de Quecholac y atención psicológica para las mujeres. Además que el gobierno del estado no dio las facilidades para entregar el cuerpo de su hijo y que pusieron trabas tan absurdas como presentar su identificación oficial, cuando perdieron todo tras ser asaltados en la carretera México-Puebla.