Crimen y Castigo

Norberto Rivera se despide con una disculpa si ha ofendido a alguien… ¿y los niños abusados sexualmente?

- Foto: Especial

El hoy ex Arzobispo de la Ciudad de México, se va impune por todos los señalamientos de defender a curas pederastas entre ellos el del poblano Nicolás Aguilar

Por Edmundo Velázquez / @mundovelazquez

/ Puebla, Puebla

Norberto Rivera Carrera, el principal protector del cura pederasta Nicolás Aguilar, renunció ayer a su cargo como Arzobispo primado de México con una disculpa a su feligresia por “sus debilidades y omisiones”, sin embargo no dedicó ni una línea a las víctimas de la pederastia clerical qué durante mucho tiempo solapó.  

El Vaticano oficializó ayer 7 de diciembre el nombramiento del cardenal Carlos Aguiar Retes como nuevo arzobispo de México en sustitución a Norberto Rivera.

La Iglesia Católica en el país padeció con Norberto Rivera los escándalos de protección a sacerdotes pederastas con Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, Nicolás Aguilar —por quien el cardenal fue demandado ante la Corte de Los Ángeles, California— así como el caso del sacerdote Carlos López Valdés, cuyo proceso penal continúa por abuso sexual cometido entre 1994 y 1999.

Además, ante la Procuraduría General de Justicia (PGJ), el 2 de junio del 2017 fue interpuesta una nueva denuncia penal contra Norberto por encubrir a 15 sacerdotes pederastas de su arquidiócesis.

Pido perdón por mis debilidades y omisiones. Al final de mis días espero encontrarme con mi Salvador, rico en misericordia. (…) Me llevo la satisfacción de no haber permanecido mudo ante la violación de los derechos humanos y divinos de mi madre la Iglesia. Lamento si, por mi posición firme, alguien se sintió ofendido y lastimado, y una vez más pido humildemente perdón a quien, aun sin querer, haya ofendido, dijo en una carta que hizo pública a su salida del Arzobispado de México.

La protección de Norberto

El caso del párroco poblano Nicolás Aguilar, acusado de cometer más de 86 actos de pederastia en Tehuacán, Puebla y Los Ángeles, California es uno de los tantos que manchan a Norberto Rivera Carrera y permiten develar cómo las redes de la Iglesia Católica apoyan y encubren los casos de abusos sexuales contra los niños que son parte de sus huestes.

Norberto Rivera Carrera no solo estuvo al tanto de los delitos de Nicolás Aguilar, también le permitió continuar oficiando misas en las diócesis de Tehuacán y Puebla, a pesar de las denuncias civiles que se presentaron en su contra por violación y corrupción de menores en Estados Unidos y México.

Nicolás Aguilar fue acusado por abuso sexual en 1986, 1994 y 1997, sin embargo el recientemente fallecido arzobispo de Puebla, Rosendo Huesca permitió también a Nicolás Aguilar oficiar misas en su diócesis en la iglesia de Santa Clara Huitziltepec.

En 1986 cuando estalló en Puebla el primer caso de pederastia de parte de Nicolás Aguilar en la comunidad de Cuacnopalán, el párroco pidió a Norberto Rivera su traslado a Los Ángeles, California, donde radicaba su hermana para permanecer escondido.

Apenas un año después, en 1987, salió huyendo de Estados Unidos después de que las autoridades recibieran 26 denuncias en su contra por los delitos de abuso sexual y corrupción de menores.

Para cuando Nicolás volvió a México, Norberto Rivera lo colocó en una iglesia en el Estado de México y ahí fue que conoció al joven Joaquín Aguilar.

Revive el proceso penal

Rodrigo Vera publicó en el semanario Proceso el 31 de octubre de 2005 las cartas entre Norberto Rivera y el cardenal de California, Roger Mahony, en las que ambos primados comentaban sobre los “problemas de homosexualismo” que sufría Nicolás Aguilar, con lo que se comprobó su complicidad en el caso al no presentarlo ante las autoridades mexicanas ni norteamericanas.

En septiembre de 2006, Joaquín Aguilar obtuvo el apoyo de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés) para denunciar ante la Corte de California a Norberto Rivera y todos los cómplices de Nicolás Aguilar en México, entre ellos Rosendo Huesca.

Para hacer frente a esta investigación, Norberto Rivera aceptó someterse ante los interrogatorios de la Corte de California, pero la demanda contra el prelado mexicano no prosperó.

Finalmente las autoridades norteamericanas consideraron que la denuncia de Joaquín Aguilar y el SNAP debía de ser juzgada en México pues los hechos señalados se cometieron en este país.