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Las mujeres que “nos estamos quedando atrás”

Por Betzabé Vancini / /

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Ya pasaste los 30 o te estás acercando peligrosamente a ellos y tus redes sociales se llenan con fotos de las bodas o bebés de tus contactos y te encuentras repetidamente pensando en que tu vida podría ser esa y en lugar de tener una familia, tienes una casa llena de series y mascotas o bien, un closet lleno de prendas que siempre habías querido pero que ahora no significan nada. Inevitablemente, te asalta el pensamiento de que quizá no lo estás haciendo bien y que por alguna razón ‘desconocida’ tú no tienes pareja, hijos o compromiso alguno. Encuentro frecuentemente en mis pacientes de más de treinta años o en mis amigas de la misma edad que experimentan este sentimiento de vacío, de no sentirse suficientes para una sociedad que les demanda haber cumplido ciertas “metas” en la vida.

Es muy frecuente que en la población mexicana de más de treinta años de edad haya esta ansiedad por sentir que no tienen nada seguro en la vida pese a tener un buen empleo o estar creciendo profesionalmente. La libertad se valora muy poco cuando la pauta general parece ser que el éxito personal se traduce en un matrimonio e hijos. “Solterona”, “quedada”, “más vale divorciada que quedada”, “te vas a quedar a vestir santos”, “Forever alone”, “mula saltada, mula quedada” y más estigmas de esta índole afectan a las mujeres mexicanas que eligieron priorizar su trayectoria profesional a la elección de una pareja o una familia. Frecuentemente, se hacen la pregunta “¿Qué está mal conmigo?” La respuesta es: NADA.

Este sufrimiento al que nos sometemos comparando nuestra vida con la de otros, especialmente potenciada por las redes sociales en las que todo parece perfecto y todas las parejas o familias se ven felices, deja fuera una consideración fundamental: ninguna vida es igual a otra. La sociedad occidental y algunos paradigmas religiosos, nos han condicionado a creer que hay un solo camino que debe seguir cualquier persona que quiera tener una vida digna y éste incluye estudios y trabajo pero también el retrato de la “familia perfecta” de tan inicios del siglo XX.

Una elección no excluye a la otra y quizá deberíamos estar trabajando en que sentirnos plenas y completas no está relacionado en lo absoluto con el concepto global de éxito y mucho menos con las expectativas sociales. No hay receta más certera para la frustración que tratar de cubrir las expectativas culturales, sociales y familiares que hay sobre uno. Tal vez sea momento de preguntarte ¿Cuál es tu plan de vida? ¿Cuáles son las cosas que disfrutas y te hacen feliz? Estar soltera no es sinónimo de estar sola y mucho menos cuando te has integrado como un ser humano orgulloso de ser quien es y que se apasiona con sus elecciones de vida. Un paso importante es entender que aquello de la media naranja es sólo un mito de que estamos incompletos. Vidas plenas atraen circunstancias y acciones plenas, y creo que un tip para sentirte bien contigo misma es saber que compartir la vida con alguien, la maternidad, la profesión, comprar una casa, viajar, invertir en un negocio o vivir con tus padres, son ELECCIONES LIBRES DE VIDA que cada una de nosotras tiene derecho y facultad para hacer sin ser juzgada por los reducidos –y ridículos- parámetros de una sociedad hipócrita y de doble moral.

Quizá otro remedio es la mirada compasiva de saber que a cada quien nos toca un camino distinto en el que tenemos la libertad de elegir a qué paso caminar y qué rumbo tomar. Nadie te aventaja en el camino pues nadie va por el mismo sendero, ese sendero lo haces tú con tus decisiones diarias. Así que tómate un café y comienza a ignorar a todas esas voces propias o ajenas que te murmuran que no estás en el camino correcto porque siempre y cuando lo hayas elegido, sí lo estás. 

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