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¡Échenles agua!

Por E. Sarah Goza / /

 

queperra ident

La primavera llegó con todo ¡Y ellos lo saben!

No resistieron el calor, los bochornos, ni la testosterona.

Como quiera que sea, uno cada 6 meses entra en esos menesteres y miren que no con cualquier perro me cruzo.

Guauuu, guauuuuuu, guauuuuuuuuu.

Tiene que ser macho alfa, pelo en pecho y lomo plateado.

Pero a estas criaturas del Señor Perruno les pegó muy feo, Very Ugly!!! La primavera.

Y miren que por mucho que la gente dice que una es animal por andarse revolcando en plena calle, estos muchachos no tienen perdón de Dios.

Guauu, guauuuuuuu, guauuuuuuuuuuu.

Se atrevieron a profanar el sacrosanto recinto del pueblo, la casa del pueblo, la casa de todas y todos los poblanos como dicen los políticos.

Ya ni esos perros que andan en el mercado o en la obra y que le chiflan a las guapas como yo, llegan a tanto.

Está bien, debo confesar que ya hasta salivé y es que alguna vez hice algo de lo que me arrepiento un poco, sólo por la pena de que una damita como yo haya hecho tal cosa.

Una vez fui a dejarle flores a mi amigo Pulgoso, el perrito de Marimar al Cementerio de Mascotas, cuando justo frente a mí pasó un pastor alemán muy fornido, no me aguanté las ganas y le ladré; me volteó a ver, le gusté, me olió la cola y terminamos apareándonos en un lote baldío frente al cementerio, hasta nos quedamos pegados, pero llegó una señora y nos echó agua.

Afortunadamente no quedé preñada, imagínense, yo preñada por un perro desconocido y de la calle.

¡Dios me tenga misericordia!

Guauuuuu, guauuuuuuu, guauuuuuuuu.              

Pero si eso es de pena, miren lo que hicieron estos muchachos llamados Juan Carlos Natale y Nacho Mier.

¡Ya no hay temor de Dios!

En pleno Congreso, en la casa del pueblo, en plena sesión, se acercaron, quedaron muy juntitos, percibían el olor de sus bocas, el aroma de su piel, se hablaban al oído, se rozaban.

Se sonreían, se guiñaban un ojito, uno rozaba su nariz con la mejilla del otro.

Guauuu, guauuuuuu, guauuuuuuuuuuu.

Metían sus patitas delanteras en las bolsas de su pantalón para también rozarse.

Sólo eran ellos, ellos contra el mundo, ellos solos en el Congreso y el resto de los diputados y asistentes eran gárgolas, las gárgolas que no respiraban, no se movían y no tenían vida.

Eran como Ariel y el príncipe Eric.

Como Pocahontas y John Smith.

Como la Princesa y el Sapo.

Como Viruta y Capulina…

Así es, ya es primavera y ellos lo saben.

Si no me creen solo vean las fotos de mi archivo secreto.

Agradezco a los perros policías y de inteligencia de las fuerzas caninas por estos regalos.

Guauuuu!!!

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