Thursday, 25 de April de 2024

No te preocupes, Charlie Brown

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

A todos nos ha pasado que de una o de otra manera los comentarios, juicios u opiniones de otras personas nos afectan a tal grado que de repente nos colocan en un stop constante, nos mantenemos estáticos y también inertes. Es muy extraño el hecho de que desde chicos nos digan que podemos hacer lo que nos guste sin importar qué y de repente uno hace aquello y está mal. A veces he pensado que mucha parte de mi vida la he vivido más por los juicios y opiniones ajenas que por mí mismo. Por lo menos eso pensaba hasta hace poco.

Hace unos días en mi clase un alumno me hizo la pregunta ¿Cuándo saber que eres suficientemente bueno en eso que te gusta?, entonces recordé todos aquellos momentos en los que jamás me sentí suficientemente bueno a pesar de haber logrado ciertas cosas. Por ejemplo, en mi recital de música clásica a algunas personas no les pareció una ejecución lo suficientemente buena porque Chopin tenía que ser aun más lento. Cuando mi banda de rock y yo nos presentamos en un bar terrible llamado “el quinto elemento” presentando material propio, recuerdo que para algunos no éramos lo suficientemente buenos porque nos hacía falta “equipo”. Alguna ocasión, en un taller literario, se me dijo que estaba bien el texto pero que no era suficientemente bueno porque era poco creíble lo que había escrito y que en realidad servía más como anécdota, como testimonio. Ni se diga de cuando envié mis peores textos a ciertas editoriales y sí, no era suficientemente bueno. O en mis relaciones amorosas, en algunas de ellas me dijeron “no era el hombre que esperaba”.

Crecí viendo Charlie Brown y siempre recuerdo ese capítulo cuando Lucy Van Pelt le muestra a Charlie Brown sus fracasos en diapositivas. Le recuerda sus defectos físicos. Le recuerda su falta de estilo. Le dice que sus problemas son emocionales y lo pone a prueba con el balón de futbol americano. Charlie sabe lo que le va a suceder y sin embargo confía en Lucy. Ella, haciéndola de psicóloga, le dice que es el momento de patear el hábito y Charlie tras pensarlo, acepta patear el balón. Decide patear sus fracasos y de repente… la historia es la misma. Lucy le quita el balón, Charlie se cae y luego le hace saber que lo videograbó y le enseña la caída en slow motion. Se recrimina Charlie de todas las faltas, de todas sus fallas, se autonombra estúpido y miserable. Charlie cree que nunca ha sido lo suficientemente bueno.

Creo que todo tiene que ver con la exigencia que se nos dibuja desde que comenzamos a experimentar la vida. Ya desde que nace uno los padres ya dicen “va a ser el premio nobel de literatura” o “el mejor neurocirujano del mundo ha nacido” o “la mejor dentista conoce la luz” o “mi pianista favorita” o “aquí está el gol que nos hará ganar el mundial”. No tenemos ni la menor idea del mundo y ya se nos exigen ciertas cosas para llegar a eso que la gente desea. En mi caso me molestaba en demasía cuando llegaban visitas a casa de mis papás y me decían mis viejos “Rolando, toca una pieza en el piano”. Aun cuando no quería tenía que hacerlo y a los amigos de mis papás poco les importaba en realidad si era bueno o no en el piano. En muchas ocasiones he recibido comentarios como “¿por qué no regresas a los medios, a un trabajo de verdad?” Y eso me lo dicen porque suponen que ser maestro no es un trabajo de verdad. Una de mis ex parejas tuvo a bien decirme que ser profesor no me iba dar dinero y que qué futuro íbamos a tener… ¿Por qué dependía eso de mí?.

Y aun así, nunca se es suficientemente bueno.

He visto a grandes profesores con conocimientos infinitos y con capacidades inimaginables pero cuando se les ha evaluado, reprueban por su “didáctica”. Con algunos de ellos convivo por lo menos dos veces al mes y siguen sorprendiéndome en todo sentido. Algunos de ellos me han contado que les ha funcionado ir de vez en cuando con algún disfraz, hacerla de a maestro estilo la sociedad de los poetas muertos o de animador o standuppero.

Y aun así, nunca se es suficientemente bueno.

Siempre desde pequeño me enfurecían las evaluaciones o exámenes. Al principio no tenía tanta consciencia y cuando salí de la universidad y de la maestría siempre pensé que habían concluido las evaluaciones pero, ¡qué cosa! Todo el día es un día de evaluación y aun cumpliendo con todas las exigencias habidas y por haber nunca se es suficientemente bueno.

Lo malo de esto no es tanto lo que se dice afuera de nosotros sino lo que tomamos o vivimos de todo eso que se nos dice.  Por ejemplo, varias personas me han preguntado que cuánto cobro por escribir y al decirles que nada suelen decirme “recuerda que todo lo que hagas debe generarte dinero”. A un buen amigo le pregunté que por qué creía que tenía que ser importante cobrar para escribir si lo que en realidad hago es escribir para sanar y me contestó “pues para comer”. Lo extraño del asunto es que él sabe que tengo un empleo y que de ese empleo sale mi alimentación diaria y, por demás está decir que tampoco se gana como Cristiano Ronaldo al escribir unas cuantas páginas semanales. Por lo menos en mi caso eso aún no ha sucedido.

Siempre, de alguna manera, nuestras acciones pasan por el corredor de la evaluación. Sucede por ejemplo con la misma escritura, si los lectores no te apabullan, habrá algún crítico que lo haga y si no hay algún crítico que lo haga lo hará la academia y así, constantemente, es decir, nunca se es suficientemente bueno.

Uno de mis grandes amigos se dio a la tarea de renunciar a todo, incluso a su familia. Trabajó en tantos lugares inimaginables pero su pasión siempre fueron los autos, sobretodo, el pintarlos… sí, así como se lee. En su casa comenzó en su cochera a pintar autos y ganaba en una semana mucho más de lo que trabajaba en un mes ¿cuáles fueron las consecuencias? Su pareja se sintió humillada que porque ¡cómo podía ella estar casada con un “mecánico”! (lo cuál no era mi amigo pero con el tiempo aprendió) y se separaron. Aun ganando suficiente dinero mi amigo, ella por la etiqueta que representa un trabajo decidió separarse porque entonces su esposo no era un gran hombre, no era lo suficientemente bueno. Y él, en un año, se hizo de un taller, tiene trabajadores y anda todos los días en motos distintas.

Y si para el mundo nunca somos lo suficientemente buenos ¿para qué preocuparnos en complacer, en decir sí a sus juicios u opiniones matándonos en nuestros actos para que nos condenen diciendo “no fue lo suficientemente bueno”?.

Cuando mi alumno me hizo esa pregunta sólo pude responder que el definirse en ello es más una cuestión de ego. Le dije que era preferible pensar ¿qué tanto disfrutas lo que eres y lo que haces? Y también ¿qué tanto eres en lo que haces? Si escalando la gente suele generar ciertas malas vibras, fracasando es lo mismo pero ¿a quién debe importarle escalar o el aprendizaje desde la posición del fracaso? Como le menciona Paty a Charlie “esta es tu posición en el mundo desde el fracaso” y ¿ahora qué hacer?

Antes solía creer en mis fracasos como lo hacía Charlie Brown. Me condenaba y también me autonombraba miserable pero me pregunté alguna vez ¿qué rayos significa fracasar si he hecho todo para salir adelante? Y me volví a preguntar ¿qué rayos significa salir adelante?

Uno de joven, continuando con el pensamiento que se nos inculcó desde niños de ser siempre los mejores, piensa en grandes futuros, en grandes viajes, en grandes autos, mansiones, en los mejores hombres o mejores mujeres. Uno piensa en el futuro maravilloso en donde nada ni nadie haga falta e incluso llega a pensarse uno como celebridad pero ¿funciona?

Es muy probable que nos muevan ciertas cosas de ese futuro y trabajamos para obtener o lograr aquello que queremos pero ¿no es ya una suerte de éxito vivir hoy?

Ponemos atención también en el tiempo que aun no ha llegado y olvidamos lo que sucede en este momento. Creo que una de las mejores partes de El Club de la Pelea es cuando Jack o Tyler Durden asalta a un chico y lo amenaza con matarlo. Le pregunta su nombre y le dice que le cuente sus sueños, El chico quien sin mal no recuerdo se llama Raymond dice que su sueño era ser veterinario pero que no podía serlo. Entonces Jack o Tyler le dice que lo va a vigilar y que si se da cuenta que no ha hecho nada para ser veterinario, entonces iba a acabar con su vida. Ahí, Palahniuk escribe desde la voz de Jack o de Tyler: “mañana será el día más hermoso de toda tu vida”.

Creí en mis fracasos porque la gente designaba mis acciones como tales. Cuando estaba desempleado, para los ojos de otros, era una vergüenza. Cuando estaba con equis mujer, no era ella lo suficientemente buena para mí. Cuando publico a veces me dicen “ya te volviste guía espiritual”. No sé qué supone eso pero mis fracasos, más que eso, son mis enormes intentos por continuar.

Ahora creo, no sé si sea siempre pero por hoy creo que es importante dejar de ser espectadores de nuestra propia vida y más bien debemos conducirnos como actores, como protagonistas de esto que nos pertenece, significarnos en nuestra propia vida.

He visto a grandes médicos renunciando a su carrera para dedicarse a la cocina y créanme que he probado deliciosos platillos gracias a ellos.

Nuestra vida está siempre a la distancia que nosotros deseamos y depende de nosotros el vivirla de cerca o tenerla lejos. 

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