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La maldita soberbia de recomendar… “El lado oscuro del corazón”

Por Arquímedes Ríos Andraca / /

 

Ident Arquimides

El lado oscuro del corazón es una película que no hay que dejar de ver en una tarde lluviosa. No es un largometraje normal o de fórmula comercial, simplemente es distinto, es una bomba emocional sobre todo para los que no entendemos de poesía y mejor aún, para los que la dominan. Con diálogos bien colocados, inteligentes y sobre todo enriquecidos de letras, es el viaje del héroe desprovisto de las herramientas para enfrentar el amor, sí, el amor absolutamente cursi y desmesurado.

Hay que poner atención a la cama, la herramienta que todo amoroso amante, enamorado, resabiado, promiscuo, desearía tener a su disposición. Es nuestro escondite más íntimo, en el que nuestros deseos quedan atrapados en las sábanas, muchos pensamos que es la única solución y escape a nuestros problemas, aunque esto soluciona los problemas generados en este espacio.

Es la solución universal a todo lío, desenlace amoroso o simplemente de lo aquello gestionado que ha llevado al aburrimiento; envía al averno lo que simplemente estorba.

La vida bohemia en los arrabales con alcohol y putas, la libertad por encima de la responsabilidad —aunque esto último caería en duda ya que ningún irresponsable podría costear esa sublime forma de vida y dialogar con la muerte como si platicaras con la verdulera de tu confianza—es lo que nos ofrece esta obra de culto.

Y la actuación del mismísimo Benedetti (es como jugar busquemos a Wally).

Cambiar poemas por chupes y chorizos es la utopía de una economía mucho más eficiente y sin esfuerzo, ese hecho ya genera total empatía con la película.

Pero lo que realmente se disfruta de este trabajo cinematográfico es el volcán de emociones, por supuesto no todas agradables, faltaba más.

Pero si eres de los que te quedas al lado del camino, que quieres con desgana, si estás lleno de calma y buscas un lugar tranquilo…. por ningún motivo la veas porque no es para ti, ya que este filme no es para los que no saben volar.

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