Quien es padre o madre a fuerza a terminado en un restaurante para niños y o los amas o terminas huyendo. Y ahí pagas todos tus pecados ¡CRÉANLO! Jajajaja… (Risa de Maléfica)
Y es que maldita mercadotecnia sabe por dónde llegarnos, pues no es casualidad que todo, ABSOLUTAMENTE todo lo que tenga que ver con bebes y niños sea más caro que el resto de las cosas.
Pero hoy hablaremos de los restaurantes para niños. Sí, todos hemos terminado ahí. Que si el cumpleaños, que si el día del niño, que si lo que sea terminamos ahí. Y miren que a mí me encanta la comida de ciertos lugares y por el antojo voy, pero ¡Qué friega!
En la entrada deberían darnos a los papás una armadura y unos chochos para aguantar, corren niños por todos lados, oyes llanto, huele a piecitos etc... Fórmate en la fila, piensa en qué pedir, y si hay un juguete para ellos ¡Pff! Tardan eligiendo el muñeco que se llevarán o si no está el que quieren ¡PRECAUCIÓN! Puede o no desatarse un llanto.
Lograste pasar la fila (MUY BIEN, FELICIDADES) ahora busca la mesa, una vez sentados, obvio comes o medio comes pues alguno de tus hijos ya salió disparado al área de juegos ¿Pues qué no solo veníamos por el juguete? Y como puedes te comes lo que pediste y a cuidar al hijo. Discúlpenme yo si soy de las que lo vigila y ando atrás de mi hijo el más chico como sombra, soy muy “ridícula” (según algunas personas) y honestamente no quiero lidiar con problemas en un lugar al que se supone va a divertirse (sí, algún día se lastimará o se meterá en algún problema, pero no quiero que sea en parte por mi culpa).
Y en lugares como estos es donde el dicho “LOS HIJOS SON EL REFLEJO DE LOS PADRES” sale a relucir, encuentras de todo, desde los niños muy atentos que saben respetar turnos y espacios que no son para ellos, hasta los que de plano se pasan y no sabes si decirles algo o no por temor a enfrentarte a sus papitos, que dicho sea de paso están en la lela, y si tienen hijos más grandes ponen al mayor a cuidar a los más pequeños ¿Es neta? Allá ellos.
No digo que no goce de ir a lugares así, y quizá sea muy payasa, pero la parte que más me molesta es que muchas veces los de peor conducta son los mismos padres (no todos), que dejan que sus hijos hagan lo que quieran, sin importarles si a las demás personas nos molesta.
Así que si van y son como yo hagámonos a la idea de que algo así pasará y respiremos contemos hasta el 1000. Y si son del otro bando ¡no se pasen y tengan consideración! Bastante tenemos con lo que pudieran llegar a hacer los nuestros como para mortificarnos y amargarnos el rato por otros.
Pero recuerden que desde casa y desde niños se forman a las personas ya sea buenas o malas, ¡Así que ojo!