Estos muchachos seguramente se inspiraron en El correcaminos, Speedy Gonzáles, Turbo, o en la carrera del Oso Yogui. De uno o dos años a la fecha, cambiaron el alcohol, las reuniones sociales, los trajes y la vida “pagana” por las licras, sudaderas y los tennis para dedicarse a correr maratones y ahora se dicen corredores profesionales.
No es que critique su nuevo estilo de vida, qué bueno que decidieron ser más sanos, ojalá pronto también decidan ser más honestos, trabajen realmente a favor de las personas de escasos recursos, de todos los sectores sociales y dejen de velar por los intereses de unos cuantos y por supuesto, dejen de subir sus videos presumiendo que son corredores.
Y no es por amarrar navajas ni desalentar la nueva bandera política de Juan Carlos Lastiri, Mario Riestra, Luis Banck o Jesús Giles, pero dudo mucho que los corredores profesionales y los amateur se sientan identificados con estos muchachos, al contrario, los ven como una especie de políticos aprovechándose de la situación y las buenas causas.
—Ooooportunishhhhh….xas (léase en tono de estornudo)
—Salud.
Y la población en general tampoco votaría por ellos si es que aspiran a un cargo de elección popular sólo por ser runners, pues hay otras cualidades que deben tener más allá de una vida sana y el amor al deporte como el hecho de que sean honestos, trabajen a favor de las personas de escasos recursos, no sean corruptos, ni velen por los intereses de unos cuantos.
Ser deportista no es garantía de simpatizar con la gente, sumar adeptos, y menos de ganar elecciones. Ahí tenemos los casos de mis queridos amigos Edgar Chumacero del PRI que en el 2010 fue candidato a diputado local por el PRI y no más no llegó con todo y que yo voté por él y sus brazotes.
O Roberto Ruiz Esparza —uno de los símbolos del futbol poblano— en 2007 compitió por Nueva Alianza por la Presidencia Municipal de Puebla y ni su popularidad, ni la porra del Puebla, ni su destreza en el soccer lo ayudaron para ganarle a Blanca Alcalá. Por esa razón, considero que la gente no se deja llevar por unas licras, unos tennis y unos pseudomaratonistas.
El único corredor que logró la simpatía de toda la gente y hasta lo acompañaban era Forest Gump y es de una película. Pero en la vida real, ni los colaboradores de Lastiri corren a su lado, incluso el día que corrió por el Parque Metropolitano saludaba con mucho gusto a la gente, pero las personas hasta le hacían cara de fuchi y se alejaban.
Y Luis Banck por más que corrió con su comitiva por El Mirador de Zacatlán, repartió sonrisas y brillaba por su cabello dorado cual rayos de sol, no causó mayor impacto en la población de ese municipio, es más, la gente ni se enteró que corrió por allá y los que lo vieron correr ni sabían quién era.
Finalmente, el más absurdo de todos y para variar, fue mi gran y muy querido amigo Mario Riestra, quien de plano debería de cambiar de asesores, pues a él hasta un reportaje runner le hicieron en El Sol de Puebla.
Y culminaría esta columna como los políticos terminan sus discursos.
Amigos políticos:
Está bien que sean maratonistas, atletas de alto rendimiento, alpinistas, corredores y se sientan Ana Gabriela Guevara, sólo absténganse de tomar el ejercicio como bandera política o como propaganda para su campaña, pues nadie se los cree.
Y el día que quieran publicar sus fotos haciendo ejercicio, no sean tan posones e intenten verse muy naturales, que al fin y al cabo votamos por gente que resuelva los problemas de la sociedad y no que tenga una gran resistencia para correr.
Abrazos y nos vemos en el próximo maratón.
