Friday, 19 de April de 2024

Las (otras) escenas vergonzosas del Quinto Informe de Moreno Valle

Por Selene Rios Andraca / /

Nunca faltan en las fiestas de Quince Años o bautizos o coronaciones o lo que sea, los parientes incómodos, esos que hacen quedar mal al festejado y provocan que las tías solteronas se cubran el rostro y emitan un grito chillón que denote la vergüenza del momento.


Todos tenemos un pariente que siempre hace de las suyas en las fiestas y es mejor no llevarlo a la graduación porque o intenta ligarse a tus compañeras o se queda dormido en la mesa antes que llegue la cena por el tremendo pedo que se atravesó.

En fin.

El Quinto Informe de Gobierno fue el escenario perfecto para que Rafael Moreno Valle le entregara a Rafael Moreno Valle la corona del Mejor Gobernador de Puebla. Sin reparo alguno, el mandatario se auto-proclamó el más mejor de todos los mandatarios juntos, cómo no.

Según su cifrerío, la Puebla que gobierna Moreno Valle es mejor, más próspera y abundante que en la Puebla que creció por allá en los años setentas. Por qué, el mandatario empuñó el cetro, se acomodó la corona y departió sus números en educación, salud, seguridad, y de cómo eso demostraba que él solito, su alma, sus presupuestos millonarios y sus PPS han hecho y construido en Puebla más, mil veces más, que todos sus antecesores juntos ¡juntos!.

En el colmo de la autoproclamación, Moreno Valle se aventó la puntada de usar el storytelling para demostrar su “lado sensible”. Entonces, presentó una serie de casos, que ni en la Rosa de Guadalupe grabarían, para enseñarle al mundo que es un hombre sensible, humano y con un gran corazón.

Miau.

Anyway, Moreno Valle no es tema. Si no sus parientes que se llevaron la tarde el día de su Quinto Informe. Estas son las tres historias que sí me hicieron llorar, de la risa, pero llorar.

La primera está protagonizada por el secretario General de Gobierno, Diódoro Carrasco.

1.      A Dióroro Carrasco el hecho de ser el segundo hombre más importante en la entidad poblana, de tener la fama de maldito por su gestión como mandatario en Oaxaca y de ser de los priistas que se enfrentaron a Roberto Madrazo en los años ya no tan maravillosos del PRI, le tiene sin cuidado.

Verán.

Para el evento se habilitaron dos entradas: la VIP para gobernadores, senadores, dirigentes nacionales, empresarios muy cabrones y la de la pipitilla, o en términos cristianos para todos los demás. Junto a esa puerta fueron aventados los reporteros de la fuente, quienes platicaban sobre el pacto con el diablo de Moreno Valle por el clima generoso del día, cuando de repente a lo lejos vieron a Diódoro Carrasco concentrarse con todas sus fuerzas en subir los pinche mil escalones para llegar a la puerta. Con el pelo alborotado, la corbata chueca y la frente aperlada de sudor, subió el Secretario en evidente estado de emergencia.


Cuando al fin llegó a su destino, el pobre hombre ya no tenía aire. Poco faltó para pedir una ambulancia, por lo que comenzó a hacer respiraciones para inyectarle oxígeno a sus pulmones. Inhala, exhala.

 
En esas andaba, cuando la encargada de hacer las aguas frescas en Comunicación Social del gobierno le pidió a los representantes de los medios ocupar su lugar en la sala de prensa, pero como era la de las aguas frescas, nadie le hizo caso, excepto un fotógrafo que gritó que quería una de guanábana sin hielo porque andaba malo de la garganta. En fin, mientras la de las aguas frescas presumía ser la Rubia de Oeste (complétenle la frase) y Diódoro Carrasco peleaba contra su físico para recuperar el aire o no le aunque la voz, Rosario Robles apareció en el horizonte flanqueada por Blanquita Alcalá, Lucero Saldaña y harto priista poblano.

 

La de las aguas le echó aire en la cara al Secretario para ayudarlo en su labor de arrastrársele a la Chayito y para sentirse importante.

Diódoro abrió demasiado la boca para inhalar que hasta la de las aguas frescas se asomó para ver qué onda.

Chayito y compañía mantenían su paso firme hacia la entrada.

Diódoro exhalaba con resoplidos, mientras la Rubia del Oeste le acomodaba el copete y la corbata.
Chayito y compañía llegaron a la puerta.

El secretario empujó a la de las aguas frescas de Comunicación Social (no recuerdo su nombre, pero también hace los boletines) y se abalanzó hacia la representante del Presidente de la República con la gracia de Karol Maribel (guiño, guiño).

—Secretaria, amiga, bienvenida, pásale por favor, qué gusto que hayas llegado, bienvenidas, bienvenidos, pásenle. La entrada estaba por el frente, secretaria, no era necesario que caminara hasta acá.

La Secretaria le dio una palmada apenas perceptible y siguió en la chorcha con la precandidata al gobierno de Puebla.


—Secretaria, amiga, todo bien, qué gusto verla.

La funcionaria federal ni fumó al Secretario General de Gobierno. Se carcajeó con Blanca Alcalá y siguieron su camino.

Diódoro corrió a su lado por si algo se le ofrecía.

La de las aguas frescas miró a Diódoro con admiración y un poco de envidia por su talento para la docilidad, mientras pensaba en sus adentros cómo mentarle, otra vez, la madre a toooodos los reporteros locales y nacionales.

Uf.

La segunda tiene como protagonista a Fernando Morales, subsecretario en la SGG o ayudante de Subsecretario o algo así.

Let´s see.

 

2.      El gobernador Rafael Moreno Valle se apresuró a acompañar a la representante del Presidente a la salida, porque ya se retiraba, como llegó, con la horda de priistas a cuestas.

La titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano con todo y atuendo espantoso caminó sin prisas para conversar con el mandatario unos cuantos minutos. Pero apenas daba un paso el gobernador, y lo detenían para saludarlo o felicitarlo, entre ellas la de las aguas frescas, que dicen quienes la vieron,  felicitó al gobernador como mil 8 mil veces y que se quedó con ganas de otras tantas más.  

La funcionaria federal apresuró el paso para largarse de una buena vez y seguir la chorcha con Blanca Alcalá, a quien ya le habían notificado que sería la candidata del PRI para suceder a Moreno Valle en las próximas elecciones y lo anduvo disimulando muy bien,  pero el mandatario le daba alcance apena podía librarse de sus cortesanos.


Cuando al fin la alcanzó, y la mujer le hizo caso para atender los recados que debía llevarle a Enrique Peña Nieto, Fernando Morales sacó su mejor sonrisa y su mejor frase para impresionar a su patrón:

—¡Carajo, jefe! Es usted el mejor gobernador de Puebla ¡Sí señor! —soltó, y abrazó efusivo al mandatario, como si no lo viera nunca, como si no fuera su jefe, como si él no fuera un empleado más en la nómina del Gobierno de Puebla.

—Este sí, gracias mi Fer. Espérame, voy a despedir a la Secretaria —respondió incómodo el festejado.


—Qué manera de impresionarlos a todos. Qué barbaridad. Yo estaba impactado ante la emoción colectiva de Informe, qué barbaridad, gobernador, qué avasallamiento, chingáu.

Moreno Valle miró fijamente a Fernando Morales. No supo qué decirle. Fernando lo volvió abrazar ante el silencio de su jefe.

En los brazos de Fernando, Moreno Valle vio cómo se alejaba Rosario Robles sin los recados urgentes que quería mandarle al Presidente.

Cuando al fin se soltó, Moreno Valle salió corriendo y dicen que en la comida se estuvo escondiendo de su empleado por temor a otro encuentro.

El que sufrió el avasallamiento del hijo del ex mandatario fue el chiapaneco Manuel Velasco, a quien maldita la hora, dejaron en manos de Fernando Morales.

El pobre suplicaba con la mirada que alguien le diera un balazo o se llevara a Fer Morales de la fiesta.
Pero no pasó ni una cosa ni la otra.

Cuando el gobernador chiapaneco se escapó en el baño, Fer lo alcanzó presuroso y con una sonrisa bien puesta para seguir agradándolo.  

Manuel Velasco se refugió unos minutos con Moreno Valle, le pidió que lo salvara y poco después, se retiró, con un poco de miedo de que Fer Morales lo fuera siguiendo.

La tercera historia tiene como titular a Susanita Riestra.

3.           La guapa diputada de Nueva Alianza elaboró un discurso elocuentemente salamero sobre el Quinto Informe de Gobierno. Tenía tantos adjetivos y tantos lugares comunes, que el mandatario perdió la mirada en la infinidad de los moriscos para ahogar la voz de Susanita.


Tampoco puedo yo decir que esperaba algo distinto viniendo de la dinastía Riestra, pero lo sorprendente no fue el discurso arriestrado en exceso, sino lo que sucedió después.


No habían pasado ni tres horas desde que la señora le dijo en tribuna al Gobernador que era un chingón y bla bla, cuando ya estaba presta y presurosa en el patio del Museo Internacional Barroco sirviendo platos, empujando a la de las aguas frescas de Comunicación Social que nomás andaba estorbando y limpiando las mesas.  

Que limpiaba una mesa de este lado.

Servía más pato del otro lado.

Regresaba el plato de aquella mesa.

Llenaba de pan las canastas.

Cambiaba de servilletas a quienes las tiraban sin querer.

Le limpiaba los zapatos al gobernador o al que se dejara. (Aquí también empujó a la de las aguas frescas que intentó ganarle un par de zapatos. Mis fuentes ya no me informaron quién ganó esa pelea.)

Que si le subía la música.

Que si regañaba a la señora que ya se llevaba el centro de mesa y así.

Ay esos Riestra.

Miau.

 

 

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