Thursday, 18 de April de 2024

Una serie de eventos desafortunados

Por Yonadab Cabrera / /

Según mi horóscopo, de todas las pitonisas —llámense Nana Calixta, Misada, Julia, y las que se le sumen— decía que arrancaría el mes de julio con todo, que habría nuevos proyectos, se terminaría mi mala suerte, nunca más me embarraría los zapatos de popo de perro, ya no me cagarían las palomas y todo fluiría con paz y armonía.

Lo sé, sólo yo confío en los horóscopos, las pitonisas y todas esas cosas reveladoras de los astros, que disque para ver lo que te depara el futuro. Pero nunca le atinan, no sé si soy yo o en realidad son unas charlatanas, pero veo que son muy populares, pero bueno eso de las estrellas y el cosmos únicamente pasan en Los caballeros del zodiaco.

Sufro una cadena de catástrofes, me siento como La pantera rosa perseguido por una nube negra cargada de lluvia. Lo peor del caso es que no veo pa´ cuando paren todos estos eventos desafortunados ¿A ustedes les ha pasado alguna vez?

Verán

El viernes pasado, gracias a las tremendas lluvias que han azotado a la ciudad de Puebla y a la falta de inversión y de interés de las autoridades por tapar los baches, caí no en uno, sino en una zanja y mi llanta nueva, aquella que compré con mis ahorros hace tres meses, quedó inservible. Pero diría López Díaz, esa no es la noticia: la noticia es que los tranchos en lugar de ayudarme me querían multar. Sí como lo leen, me iban a multar y por supuesto, saqué la fiera que llevo dentro.

Uf, pues pasé más de una hora buscando un talachero y como era de esperarse, me cobró las perlas de la virgen debido a que tenía mucha demanda. Eso de la demanda y la oferta a veces es un tanto injusta, pero qué le vamos a hacer. Así es esto de las gelatinas “unas cuajan y otras no”. Luego de horas de esperar al talachero, por fin quedó el carro.

Cuando pensé que ya nada peor podría pasar, sucedió algo realmente inesperado, absurdo e inverosímil. Me disponía a hornear unos panqueques de naranja, cuando al conectar la batidora se fue la luz. Resulta que quemé los fusibles de la casa y en plena obscuridad tuve que salir corriendo a buscar unos, por suerte el vecino tenía de sobra y me regaló.

Lo malo es que se quemó la batidora de mi mamá. Sí, la misma que tiene mi edad (Más de 30 pero no se lo digan a nadie), y a la que le guardaba mucho amor y cariño por acompañarla en feroces batallas de la cocina. Así, en un abrir y cerrar de ojos, o más bien en una enchufada y batida, valió la batidora y ahora tengo que ahorrar para comprar una nueva. La buena noticia es que los panqueques quedaron muy ricos.

Y bueno para concluir el fin de semana y la serie de eventos desafortunados, resulta que fui a pagar el gym a los cajeros inteligentes de Bancomer, luego de estar tecleando por horas el número de convenio sin atinarle, opté por ponerle un cero a la izquierda y como por arte de magia accedí a la cuenta. Posteriormente, tardé otro par de horas para hacer el depósito y es que en mi recibo dice 395 pesos, pero no contaba con que tenía que pagar una comisión y hasta que le atiné a los 410 pesos pude depositar 600 pesos porque no tenía cambio.

¿Pero qué creen?

El puto cajero inteligente se quedó trabado, se tragó mis 600 pesos, no me dio cambio, ni me hizo válido el depósito y solo perdí mi dinero. Ahora, tengo que hacer llamadas, filas y ver caras para exigir que me devuelvan mi lana.

Y a días de que ocurrió eso, no me han resuelto nada.

Ya solo falta que me orine un perro

Me muerda el chupacabras

O me atropelle un burro

Moraleja: Si tienes una mala racha como la mía, es mejor ir a Catemaco a hacerte una limpia.

¡Claro, chinguen al guapo!

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