Friday, 19 de April de 2024

¡Gracias mamá!

Por Yonadab Cabrera / /

No podía dejar pasar la ocasión para felicitar a las mamás por su día y claro en especial a mi “amá” que junto con Selene Ríos, alias Rayas, también es protagonista de esta columnaEl 10 de Mayo es la fecha indicada para recordar como ya lo han hecho las redes sociales, todos aquellos gritos, regaños, castigos, frases célebres y chanclazos de nuestras madres.

En entregas anteriores he relatado el día en que mi mamá me rompió la pala del mole en la espalda, o cuando me restregó el pollo crudo en la cara porque me daba asco lavarlo, cuando su chancla voladora fue más certera que cualquier movimiento estilo Kill Bill y la vez que me puso a matar un ratón con un matamoscas y ella terminó con la cara toda marcada y yo con los brazos rojos e irritados.

Sí, ya les he platicado sobre los regaños y castigos de la “mamá más mala del mundo”, gracias a los cuales no soy un vago, un haragán, un dog-adicto, o un bueno para nada. Salvo que mi hermana es una pandillera, golpeadora de inocentes, puede decir que mi mamá hizo buen trabajo. Solo que…… 

Hay algo que no les he contado. Transcurrían los años de secundaria, eran 1997 y 1998, ya saben yo todo un puberto en rebeldía, quería experimentar el mundo, sentirme implacable, e inicié mi coronación como “El rey de las bromas”, era imparable, ni el pinche diablito que interpretaba Eugenio Derbez era tan creativo como su servilleta. 

Fue mi temporada de mejores bromas: a mi hermana en lugar de ponerle la cubeta con agua en la puerta de su cuarto, le puse la plancha, ya sabrán el desenlace, abrió la puerta y ¡Zas! Descalabrada; a mi mamá le ponía tanta para zapatos al interior de sus zapatos y ¡Zas! Sus pies y calcetines quedaban negros; a mi hermano le ponía algodón adentro de sus zapatos y tenis para que cuando se los pusiera ya no le quedaran; también le escondía su uniforme.

Por supuesto, todo el tiempo estaba divertido, pero todos ellos molestos y temerosos, entonces hicieron una revuelca en mi contra y me hicieron prometer “Ya no hacer bromas tan pesadas”, pero eso iba contra mi esencia, mi formación, mi personalidad. Era imposible dejar de hacer bromas, llevaba tiempo consagrándome como el mejor en ellas.

Pero un buen día, el angelito de la “temerosidad” de María de todos los Ángeles me iluminó y en un sueño revelador, se presentó ante mí el futuro. Desperté con una sonrisa pícara, los ojos brillosos y muy contento por mi nueva encomienda “Espantar”, de inmediato hice la prueba.

Me puse atrás de la puerta de la recámara de mi mamá, ella salió al baño y al regresar “buuuuhh”, jajajajaja pegó el brinco de su vida,me dijo improperios, me dio manotazos y me sacó de su cuarto. Así pasaron los días y las semanas, me escondía tras las puertas, debajo de las camas, entraba sigilosamente a las recámaras, caminaba casi imperceptible por toda la casa, compraba arañas, alacranes y víboras de juguete y hacía cualquier cosa para espantar a mis hermanos y mamá.

Hasta que……

Cansados de mis sustos, y temerosos porque cada vez eran más creativos y no sabían ni por dónde les iban a llegar; se cuidaban al entrar a la casa, al baño, a sus recámaras, al bajar a la salameterse a la cocina. Se pusieron de acuerdo para pagarme con la misma moneda, aunque todos sus esfuerzos eran en vano. Todos, menos uno.

Una noche de verano, desperté a media noche por el calor insoportable que hacía en mi recamara, busqué mis chanclas, me despabiléy como todo estaba tan obscuro, caminé a tientas por la orilla del cuarto, del pasillo y del baño. No sé por qué no recordaba mis fechorías, mis maldades, ni nada, parece que había dado una tregua y todo lucía en aparente calma, esa tranquilidad sospechosa que si no la sabes descifrar te carga el payaso.

Eran de esos minutos al estilo de “Destino Final”, el silencio abrumador, el calor, la gota de sudor escurriendo lentamente por mi cara, la oscuridad, el sonido leeeeento del inodoro. Terminé, nuevamente me dirigí a tientas hacia mi cuarto, no me percaté que la puerta estaba emparejada; abrí lo suficiente para entrar y de pronto una voz, esa voz aterradora que aún me causa pesadillas y escalofríos: 

̶̶Buuuuuuuuhhhhhhh (Léase en el tono más lento, suave, casi imperceptible y macabro del mundo)

Mi corazón se paró, se me fue la respiración, sentía que me desvanecía, mis sentidos no reaccionaban, y las piernas flaquearon,empecé a temblar y ni siquiera pude hablar, emitir algún sonido, un “No mames”, algo, nada. 

Era mi mamá que cansada de mis bromitas quiso darme una lección; escuchó que me levanté al baño, aprovechó para colocarse atrás de la puerta de mi recámara y aguardar pacientemente para el mayor castigo. Por supuesto, peor susto se llevó ella al ver que me estaba muriendo de la impresión. 

̶¡Ana! ¡Ana! ¡Aaaaana! Córrele, ven apúrate, córrele que tu hermano se desmaya̶  gritó mi mamá desesperadamente al mismo tiempo que me mantenía en sus brazos, yo ya casi en el suelo tirado como un guiñapo. 

̶Prende la luz, trae alcohol, pero córrele, no te quedes ahí parada viendo.    

Por supuesto mi hermana se apuró, corrió, fue por el alcohol, como pudieron me levantaron y acostaron en la cama y estuvieronconmigo hasta que recobré por completo los cinco sentidos y la consciencia. 

Colorín colorado….

Moraleja: Todo lo que se hace en esta vida se paga y muy cabrón. 

¡Claro, chinguen a la mamá del guapo!

 

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