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Martes, 27 Enero 2015 08:05

Miles reclaman en las calles, otra vez, como hace 4 meses: “Vivos los queremos…”

Pero aunque han pasado ya cuatro meses de esos hechos, acontecidos el 26 de septiembre de 2014, la exigencia de las madres, padres, familiares y compañeros sigue siendo la del primer día: que las autoridades los busquen y los encuentren con vida.

Por : SinEmbargo

Cuatro meses han pasado desde que un grupo de estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos fue atacado por policías y presuntos criminales en Iguala, Guerrero. Cuatro meses, desde que tres de esos estudiantes fueron asesinados y uno más quedó en coma tras el ataque; y cuatro meses desde que 43 fueron desaparecidos forzadamente por los policías.

Pero aunque han pasado ya cuatro meses de esos hechos, acontecidos el 26 de septiembre de 2014, la exigencia de las madres, padres, familiares y compañeros sigue siendo la del primer día: que las autoridades los busquen y los encuentren con vida.

Ayer, cuatro marchas simultáneas colmaron la capital del país para respaldar esa demanda, como parte de la octava Acción Global por Ayotzinapa. Decenas de miles de personas acompañaron a los padres de los normalistas desaparecidos en sendas movilizaciones en el norte, sur, oriente y poniente de la ciudad, que confluyeron hacia la tarde en el Zócalo capitalino.

El vocero de los familiares de los normalistas, Felipe de la Cruz, explicaría más tarde que las cuatro rutas recorrieron, en total, la simbólica distancia de 43 kilómetros.

En Guadalajara, Mérida, Chihuahua, Puebla, Querétaro, Oaxaca, Saltillo, Cuernavaca, entre otras ciudades del país, también hubo movilizaciones o actos de apoyo.

La solidaridad con los familiares de los normalistas desaparecidos encontró eco, una vez más, en ciudades de Estados Unidos, España, Reino Unido, Bélgica e Italia, como ha ocurrido anteriormente desde que la noticia de los 43 estudiantes desaparecidos por agentes del Estado cimbró a nivel internacional.

Acompañados por organizaciones como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), la Unión Nacional de Trabajadores y estudiantes y trabajadores de la UNAM, los familiares de los normalistas caminaron desde la mañana, a paso lento, desde las estaciones del Metro Indios Verdes, Taxqueña, Zaragoza y Auditorio, hacia el Zócalo.

Por la tarde, al tiempo que los manifestantes avanzaban hacia la principal plaza pública de la capital, en la Estela de Luz el sacerdote y defensor de los derechos humanos Alejandro Solalinde Guerra encabezó una misa por los estudiantes, para después sumarse al contingente de manifestantes.

Se trató de la primera gran movilización por el caso Ayotzinapa de este año, tras el periodo vacacional de diciembre, cuando los padres de los normalistas desaparecidos advirtieron que no descansarían y organizaron mítines en las cercanías de la residencia presidencial de Los Pinos la víspera de Navidad y del Año Nuevo.

Quienes acompañaron a los padres en las movilizaciones de ayer, les demostraron que tampoco han olvidado el agravio perpetrado contra sus hijos entre la noche del 26 de septiembre y la madrugada del día siguiente.

El contingente que avanzó desde avenida Calzada de Tlalpan fue el primero en arribar a su destino final. “Guerrero llega al Zócalo con la frente en alto”, exclamó el que partió por mañana de Taxqueña. La marcha entró a la plaza cívica al ritmo de música y aplausos para los padres de los normalistas que encabezaron esta protesta.

En el monumento del Ángel de la Independencia, fue colocada una enorme manta con el mensaje “Ejército Asesino 43″, pintado en letras negras y rojas.

Un grupo que partió de ahí avanzó en ambiente de fiesta y rebeldía. “Qué chido movimiento, qué chida subversión”, coreaban algunos manifestantes, mientras una joven mantenía en alto una cartulina con la lista de agravios soportados por los mexicanos: Tlatelolco, Acteal, Aguas Blancas, Villas de Salvárcar, Tlatlaya…

En ese contingente destacó el grupo de seminaristas de Acapulco, que por primera vez viajó a la Ciudad de México para apoyar la demanda de justicia por los estudiantes. ”Guerrero es violencia, injusticia, impunidad”, dijo José Trinidad, de 24 años e interno del seminario Consagrado Santísimo Salvador.

SinEmbargo