Friday, 29 de March de 2024

Crónicas marxianas

Jueves, 26 Febrero 2015 00:17
Zeus Munive

El fin del poder

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Cuando una persona quiere trabajar en un puesto público de primer nivel, primero debe hacer todo por llegar ahí, segundo debe hacer todo por mantenerse y tercero -lo más importante- debe preparar y prepararse para su salida, porque el poder es efímero y si no lo supo ejercer correctamente, el ostracismo  y la burla es el siguiente escalón.

Es lo que le ocurrió a Fernando Crisanto. Llegó con el respaldo de muchos periodistas, puesto que pensaron que con su arribo era para tranquilizar la tensa relación que ha existido entre el gobernador Rafael Moreno Valle y la prensa poblana desde que asumió la gubernatura.

Crisanto, al inicio, mandó el mensaje del puente de comunicación. Se sentaría con todos.  Arreglaría problemas. Destrabaría. La realidad fue totalmente distinta, promovió en muchos casos el famoso tripack: que consiste en que si el gobierno contrata publicidad, el ayuntamiento de Puebla y la BUAP se sumarían a los contratos.

Si el medio no recibe publicidad estatal, tampoco entraría el municipio y menos de la máxima casa de estudios.  

En plena crisis por el niño muerto por la policía estatal, Crisanto fue uno de los promotores de la gran mentira sexenal: el cohetón. Otro de los responsables fue Héctor Alcudia con sus piedras de alto calibre  y el procurador Víctor Carrancá.

Los periodistas aliados salieron perdiendo. Ganaron dinero, pero perdieron credibilidad. Sus números y audiencia bajaron por seguir los lineamientos tomados por esa oficina de Comunicación Social. En plena crisis, hubo periodistas que ganaron dinero, otros, los opositores, sólo credibilidad.

Crisanto se volvió un enemigo de la prensa. De la libertad de expresión. Sacó sus odios a relucir. Se transformó.  Y si salió de la administraciónno fue por temas personales. Nada es personal ya lo dijo Vito Corleone.

Muchos periodistas, incluidos los aliados se quejaron de él.

Y es que también hubo un sector de la prensa que al inicio del sexenio no tenía ningún problema con Rafael Moreno Valle, pero cuando llegó Crisanto terminaron como opositores.

Moreno Valle llegó a gobernador con odio y resentimiento hacia la prensa poblana. Estas emociones las trasladó tanto a su partido como a sus funcionariosestatales. Los empresarios de los medios de comunicación prefirieron quedarse callados. Unos declararon la guerra, otros, la gran mayoría, acostumbrados al asistencialismo y al paternalismo, prefirieron salir en la foto: “pégame pero no me dejes”, fue su política.

La llegada de Maximiliano Cortazar podría representar un respiro en cuatro años de enfrentamientos y tensiones, primero porque el personaje es un profesional que tiene todo el colmillo y la experiencia, segundo, porque él no llega a Puebla con los prejuicios que flotan en el ambiente.

Además, viene a construir una imagen nueva del gobernador rumbo a sus aspiraciones personales.

Esperemos no equivocarnos con don Maximiliano.

Al fin y al cabo, este debate por la salida de Crisanto sí es sobre libertad de expresión. Sí tiene que ver con gobernanza. La administración estatal se ha aprovechado de las diferencias y divisiones entre medios de comunicación y alimenta las guerras entre columnistas.

Claro, hay periodistas que se mal acostumbraron a las prebendas de Mario Marín y López Zavala.

Muchos se volvieron constructores e hicieron negocios con Javier García Ramírez y ahora  incluso lo acusan y lo niegan.

Muchos extorsionaban a la menor provocación.

Eso también es tema de debate. El problema del gobernador es que marcó a todos con la misma línea. Todos los periodistas eran sus enemigos. A todos habría que relegarlos y sólo dar contratos millonarios a unos cuantos.

Fernando Crisanto entró en esa política de marcar a todos iguales. De forma totalitaria. Con los odios y resentimientos de su jefe. Por eso su salida no es una cama de rosas. Sale confrontado, entre críticas y cuestionamientos. Entre dudas de posible enriquecimiento inexplicable, insistimos, dudas, nada nos consta.

Crisanto llegó a cosechar odios y rencores. Quizá no fue él. Quizá fue su jefe quien lo metió en su dinámica. Sabemos que esto a muchos no les parecerá, pero es real, pero alguien tiene que pagar los platos rotos.

Con el dinero que ganó puede limpiarse las lágrimas, irse a un retiro espiritual y regresar sin rencores.

¿Podrá?

Cuando se está en el poder se debe saber que es efímero y que un día más es un día menos. En la política nada es para siempre. El tiempo es inexorable. Y la biografía se construye minuto a minuto.

Se han hecho muchos puentes en la ciudad. Algunos dicen que qué bonita se ve ahora la Angelópolis.

La pregunta es si ya se hizo la obra más importante: ¿se construyó el puente con la ciudadanía? ¿El puente de la comunicación? ¿Serán estos dos últimos años para la obra más importante?

¿?

 Queda la duda en el aire.