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La tradición se me impone una y otra vez. No hay forma de librarme de las Calaveritas ni ustedes de aguantarlas. —Bueno sí, pero por favor, tenga paciencia. Sólo es una vez al año—.
Cada año me convenzo de dejar esta tradición de Dios en el Poder en el pasado y dejar que la Muerte la entierre en el panteón, pero me gana la emoción. —Creo que ya todo lo escribo en rima—.
Una vez más mi profundo agradecimiento a Edmundo Velázquez por su tiempo, sus rimas y sus ocurrencias para esta octava entrega de las tradicionales Calaveritas. También a Salvador Rugerio por su mortífero diseño.
Este año los elegidos fueron: Rafael Moreno Valle —el año pasado no le tocó—, el secretario de Seguridad, Facundo Rosas —que tan de moda está— y mis adorados Centralitos —que son unos angelitos—.
Los dejo pues con esta tortura. Si usted querido lector no encuentra la rima, no se preocupe, nosotros tampoco lo hicimos.
Periódico Observando Puebla