Friday, 29 de March de 2024

Anda, vámonos al diablo

Martes, 07 Abril 2015 23:40
Georgina Moctezuma

A acostarme vengo

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i. yo creo que mi cama es el sepulcro y las sábanas, la tierra. Es por eso que no puedo dormir, no quiero esa muerte. Pienso que morir así está bien para una anciana, sobretodo si es creyente. Mejor que un día saquen mi cuerpo del agua o que sea desatado de las durmientes de algún ferrocarril. Morir en otro lado, en una sala operatoria, donde sea, siempre que sea lejos de esta mesa de noche en donde coloco mis medicamentos, la lámpara y el globo terráqueo. Lejos de la ventana que no ofrece otra escena más allá del jardín pequeño inundado de julio Si por lo menos fuera otra cama, la de un quirófano, la de un hostal o la de un motel de paso, la que sea, con tal que no fuera ésta, la mía.

ii. desde que no puedo dormir, he dedicado las noches a escribir tonterías que siempre quemo en la mañana siguiente, a fumar y a encender varas de incienso. A veces, dedico tiempo a imaginar de qué manera duermen los demás, los que sí duermen. Si tuviera el valor, yo también le pediría a algún extraño que pasara la noche en mi cama, que me permitiera fotografiarlo durante su sueño, pero no, yo no me atrevo.

Tengo que conformarme con las imágenes que me produce el sentido común, nada más. He tenido que ensayar fotografías en las que represento a “Los durmientes”. En ese sentido, existe una escenografía, soy un personaje y de ninguna manera son autorretratos. Soy todos ellos.

iii. mira, soy Gabriel en la cama. Sueño que no conozco este lugar, es un edificio de muchos pisos de altura, es otra ciudad. Saludo al vigilante que está parado junto a una puerta de cristal, mi voz es clara pero mi lengua es otra. Paso el vestíbulo y tomo el ascensor. Durante el recorrido, se ha encerrado el aroma fresco del aftershave con el olor del líquido sanitizante que lustra el metal de las paredes. Se ha detenido de forma suave, la ventanilla superior indica que he llegado al sexagésimo piso, las puertas se han abierto

mira, soy Fernando. Tengo el lastre de no conciliar el sueño si no es con una luz encendida, a pesar de ser un adulto. Me sumerjo en un río, pero mis brazos son fuertes y sostienen una pala de madera. El agua es el rumbo que tomo prestado. El descenso en los sueños no da tiempo de pensar-

mira, soy Eduardo, tengo el peso de la conciencia y del arrepentimiento, yo tampoco consigo dormir, tengo una mujer atravesada en la garganta -

iv. he pensado en las oraciones nocturnas de mi infancia y, siempre que llueve, pienso en Susana San Juan. He pensado en la orientación de mi cabeza y mis pies cuando estoy recostada, en el ritual de una cama más grande, en el sudor del sexo y en ventilar por la mañana las manchas de sangre o de vino,los errores que dejan marca. Desde que no puedo dormir, he pensado en incinerar mi cama, como si fuera un muerto.

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