Tuesday, 23 de April de 2024

Crónicas marxianas

Domingo, 09 Noviembre 2014 21:07
Zeus Munive

Apocalipsis now

Por :
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El viernes pasado el 90 por ciento de los mexicanos mentamos madres. Primero al ver al procurador general de justicia, Jesús Murillo Karam, espetar su “ya me cansé” y segundo por enterarnos de lo que ya sabíamos, que los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapan fueron calcinados. 

Inmediatamente en las redes muchos comentamos. Muchos nos subimos a cuestionar al PRI y a su presidente de la República por los altos niveles de criminalidad y por tratar de vendernos un país irreal.  Pero también señalamos a su cómplice el PAN el cual fue quien prendió la mecha al declarar una guerra al narcotráfico y generar consecuencias que no pudieron controlar. 

Además de cuestionar al corrupto PRD, el mismo que también se alió al PRI en este sexenio en su “Pacto por México” y que además promovió a dos grandes pillos: Ángel Aguirre y a José Luis Abarca esposo de la presunta líder del Cártel Guerreros Unidos. 

Unos más se subieron a denunciar a Andrés Manuel López Obrador por su presunta liga con los Abarca en Iguala, al salir en fotos con el ex alcalde de Iguala. 

Lo cierto es que esto ya es un cochinero. Lo cierto es que aún con la detención de la “Pareja Imperial” y la licencia de Ángel Aguirre no se soluciona nada. Tampoco soluciona ir a quemar las puertas de Palacio Nacional. Es un tema más de fondo.

Una vez que se dio el tránsito a la democracia con la llegada de Vicente Fox en el año 2000, los gobernadores de los estados adquirieron un poder omnímodo.

Se convirtieron los mandatarios estatales en verdaderos virreyes o señores feudales. Tras la polémica elección del 2006, Felipe Calderón volvió aún más poderosos a los gobernadores, pues se protegió en ellos para lograr su legitimidad.

Tanto fue que en el escándalo Lydia Cacho vs Mario Marín, éste último fue protegido por el PRI y los mandatarios de las entidades a fin de evitar que si caía uno podrían caer otros. 

Lo mismo ocurrió con la llegada de Peña Nieto. El poder federal lo concentró y dio algunos visos de centralismo, pero como necesitaba aprobar sus reformas se alió a los partidos de oposición, Gustavo Madero del PAN y “los Chuchos” del partido del sol azteca fueron los testaferros de Peña Nieto. Y no sólo ellos, pues Rafael Moreno Valle fue el líder de la Conago en los momentos claves de las aprobaciones de las reformas hacendaria y energética.

Los gobernadores entonces en sus estados hacían o hacen lo que se les antoje, pues no hay nadie que se los impida. En  Puebla, por ejemplo, se impulsó una Ley Bala que actúa contra los ciudadanos manifestantes. Una ley de expropiación. Una alza a las tarifas del agua en más de 300 por ciento, en algunos casos y el encarcelamiento de las voces disidentes. 

Un ejemplo claro, después de que la Comisión Nacional de Derechos Humanos encontró culpable a la policíaa estatal de asesinar a un menor de edad por el mal manejo y no contar con protocolos, es que el gobierno estatal se pasó por el arco del triunfo las recomendaciones hechas por el Ombudsman. 

Pero lo mismo ocurre en estados del norte del país, el portal www.Sinembargo.mx ha dado cuenta de los abusos de Padrés en Sonora, de los excesos de los funcionarios de primer nivel del priista José Calzada en Querétaro, del gobernador veracruzano, de la debilidad en Chiapas, de los excesos cometidos aquí en Puebla, y las “brillantes ideas” de Miguel Ángel Mancera. 

Todos los gobernadores estatales de los tres partidos más importantes en México manejan el poder absoluto y ante el poder absoluto la corrupción es de igual medida.

La revelación de la casa de Peña Nieto es una parte de lo que pasa también en los estados y que ningún partido se libra. Lo que pasó en Ayotzinapan, en Tlatlaya, los miles de muertos que dejó el panista Felipe Calderón, la corrupción de Los Chuchos en el PRD  solo demuestra que estamos en medio del caos y que no se ve una salida. 

La partidocracia no es una opción, pero tampoco es una opción anular el voto ya que el que haya afiliado a más militantes y tenga más dinero ganaría “a la mala” un proceso electoral. 

Estamos en un caos. Y somos los ciudadanos culpables por omisión. Por nuestra hueva. Por siempre decir, es que no me interesa la política. Es cierto, ante ese desinterés, hay otros más vivos que sí se interesan y se aprovechan de la apatía.

El PRI nunca fue una opción, el PAN tampoco lo es y el PRD menos. ¿Qué chingaos vamos a hacer? 

Lo peor del horror no es el horror en sí mismo, es ver que ese horror ya nos parece algo natural. Que pensamos que la corrupción es inherente a nosotros y no hacemos nada al respecto porque pensamos que es natural. 

Estamos en nuestro propio Apocalipsis.