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Viernes, 31 Octubre 2014 16:54

Los asesinos seriales mexicanos más famosos

Sin ningún remordimiento, estos personajes acabaron con numerosas vidas en nuestro país.

Por : Consentido

Un asesino serial puede ser cualquier persona: un vecino encantador o un hombre ejemplar. En México existen varios casos de estos siniestros hechos; aquí te mencionamos algunos.

El Chalequero

Francisco Guerrero "El chalequero" nació en la ciudad de México. También llamado Antonio Prida, los archivos lo señalan como el primer asesino en serie que azotó a México y del cual se tiene registro. En la capital mató a unas 20 mujeres que se prostituían entre 1880 y 1888.

El criminal las abordaba para contratar sus servicios sexuales y si no quedaba satisfecho con el desempeño de la mujer, la golpeaba, violaba y degollaba, para después tirar los cadáveres en el Río Consulado o sus alrededores.

Actuó impunemente durante siete años sin que la policía mexicana lo pudiera detener; pese a que frecuentemente aparecían mujeres degolladas por el rumbo del Río Consulado, las autoridades no tenían pista del autor. La serie de muertes logró establecer un clima de terror entre la sociedad de la época. Las víctimas ascendían a 20.

Los reportes de intento de violación y los testigos que aseguraban haber visto al sujeto antes de que alguna de las prostitutas desapareciera, fueron multiplicándose, hasta tener una descripción del agresor.

El asesino era descrito como “guapo, elegante, galán y pendenciero”. Era zapatero y vivía en la Calle del Padre Lecuona. Su apodo se debía a que usaba ajustados pantalones de casimir, camisa blanca, una faja de colores que le servía para ocultar el cuchillo, sombrero negro galoneado de plata, zapatos relucientes y un elegante chaleco. Se decía que su vestimenta no le costaba un sólo centavo, pues todo era pagado por sus numerosas amantes.

Las Poquianchis

Tres hermanas mexicanas apodadas "Las Poquianchis" mantenían una red de prostitución que era protegida por las mismas autoridades de Guanajuato. En enero del año 1964 se encontraron, en el patio trasero de las hermanas Chuy, Delfa y Eva, los cuerpos enterrados de varias mujeres que fueron obligadas a prostituirse.

Fueron encarceladas tras un sonado proceso que tuvo cobertura mundial y condenadas a apenas 40 años de prisión, cuya condena purgaron en distintas cárceles de Guanajuato, sobreviviendo al castigo sólo una de ellas, que antes de abandonar la cárcel, contrajo matrimonio con otro reo.

El Coqueto

César Armando Librado Legorreta alias 'El Coqueto', está relacionado a ocho feminicidios, siete en el Estado de México y uno en el Distrito Federal. Trabajaba como chofer de un microbús en la ruta que corre de Valle Dorado, en Tlalnepantla, hasta el metro Chapultepec en el D.F. Vivía en el municipio de Tultitlán con su esposa y dos hijos.

"Es una persona con odio contra las mujeres y tiene un problema de género; por ello abusaba de ellas", dijo Jesús Rodríguez Almedia, exprocurador capitalino.

La edad de las víctimas oscilaba entre los 16 y los 34 años; los ataques se daban dentro del microbús. Cuando se ganaba la confianza de las mujeres, las violaba y las mataba asfixiándolas con una "llave china". Después tiraba los cuerpos en parajes desconocidos de los municipios de Naucalpan.

El Sádico

Raúl Osiel Marroquín, conocido como "El Sádico", nació en Tampico, Tamaulipas, en 1981. Fue el terror de la comunidad homosexual de la ciudad de México durante la época de los años 90. A los 25 años se convirtió en un asesino serial que mataba a homosexuales.

A fines de 2005, la comunidad homosexual se vió amenazada por un asesino que recorría los antros de la Zona Rosa. Haciéndose pasar por gay, Raúl Osiel Marroquín Reyes, un ex militar, sedujo a cuatro muchachos que llevó a su departamento, torturó y luego asesinó con la ayuda de un cómplice.

Antes de ahorcarlos, negociaba con frialdad un rescate que nunca cumplía. Los cuerpos eran abandonados en la vía pública, en bolsas o en maletas de viaje. En 2006 fue condenado a casi 300 años de cárcel. La prensa lo bautizó como “El Sádico”.

Los Narcosatánicos

Adolfo de Jesús Constanzo y Sara Aldrete, apodados "Los Narcosatánicos", mataban con tortura para hacer ritos diabólicos. Él era apodado 'El padrino de Matamoros'. Nació en Miami, Florida, aunque todos sus crímenes los cometió en Tamaulipas.

En 1989, la desaparición de Mark Killroy, un joven estudiante norteamericano en Tamaulipas, derivó en el hallazgo de una serie de asesinatos rituales que conmovieron al mundo. Las pistas llevaron a la policía hasta el rancho Santa Elena, en las afueras de la ciudad de Matamoros, refugio de una banda de narcotraficantes.

Uno de los arrepentidos confesó que Killroy estaba enterrado allí. Junto a él se encontraban otros 11 cadáveres, los cuáles se encontraban descuartizados, se les habían extirpado el corazón, el cerebro y la espina dorsal para los sangrientos rituales de palo mayombe, un culto de origen afrocubano.

La mataviejitas

Juana Barraza Samperio, conocida como la "Mataviejitas", nació en Pachuca, Hidalgo. Trabajaba como luchadora en México y también como enfermera cuidando ancianos. Primero se ganaba su confianza y después ya estando adentro de sus casas, los estrangulaba. Todos los cuerpos presentaban signos de ahorcamiento provocado con medias o cables.

Fue sentenciada en marzo de 2008 a 759 años de prisión y una multa de cien mil 453 pesos, por su responsabilidad en la muerte de 16 mujeres de la tercera edad y 12 robos calificados. Barraza negó todos los crímenes a excepción del último. Pero se cree que habría matado a más de 40 ancianas entre 1999 y 2006.

En su confesión reconoció: "Yo odiaba a las señoras, porque mi mamá me maltrataba, me pegaba, siempre me maldecía y me regaló con un señor grande". Sostuvo que su madre la vendió por tres cervezas. "Yo fui abusada y por eso odiaba a las señoras".

Consentido