Si bien, la cerveza se puede seleccionar de acuerdo con su color (clara u oscura), su clasificación comienza en el estilo de preparación y los ingredientes que la conforman. Las primeras dos son Ale y Lager; después está la pálida, de trigo, Porter, Stout, Lambic, Brown, caramelo y tostada.
Ale es un nombre inglés que no tiene que ver con el color, estilo o cuerpo, sino con la fermentación alta de levaduras. Ésta dura de tres a cuatro días y llega a alcanzar 25 grados centígrados de temperatura.
Después, la mayoría tienen cierto tiempo de maduración en frío o en caliente, e incluso una segunda fermentación en barrica o botella.
Son pálidas u oscuras, con alta o baja graduación alcohólica y mucho o poco cuerpo; todo depende de la cantidad y tipo de malta, el lúpulo y la maduración. Hay estilo británico, belga, alemán, americano y australiano, entre otros.
Pureza en el tarro
Las Lager se elaboran a través de una fermentación baja de levaduras. Éstas se comenzaron a realizar cuando se popularizó la refrigeración artificial. Y es que las levaduras trabajan en la parte baja del tanque debido a la temperatura que puede ser de cero grados centígrados.
Se maduran por un periodo de dos a seis meses, dependiendo del cuerpo que se quiera lograr; lo mínimo son tres o cuatro semanas. La más conocida de este grupo es el estilo Pilsen; después está el Munich, Viena, dortmunder, bock y doppelbock. Todas tienen mezclas de malta y lúpulo, además de formas específicas de elaboración.
De acuerdo con la Ley de Pureza Alemana la cerveza artesanal sólo puede elaborarse con malta de cebada, agua, lúpulo y levadura. No obstante, quienes las hacen utilizan otros elementos como frutas, semillas de cilantro, cáscaras secas de cítricos, arroz y especias, entre muchos otros.